El ingeniero Pablo Andrés Pereiro, quien participaba de una excavación para una obra civil, descubrió el extremo fosilizado de la cola de un animal prehistórico.
La pieza fue un fragmento del extremo distal (punta) de la rígida cola de un animal llamado Neosclerocalyptus, un mamífero acorazado de unos 200 kg de peso corporal.
Pereiro logró divisar el fósil entre los terrones que la excavadora producía mientras cortaba un sector de barrancas. Consciente de la importancia científica del objeto no dudó en acercarlo al Museo Paleontológico para su restauración y posterior identificación.
El Grupo Conservacionista realizó el sellado de grietas, limpieza de sedimentos y laqueado final del fósil, que ya está expuesto en la Sala 1 del Museo.
Neosclerocalyptus es un género de armadillo que se extinguió a comienzos del Holoceno, cuando esta parte del continente comenzaba a ser poblada por los primeros grupos humanos. Existen evidencias en algunos sitios arqueológicos que estos animales fueron cazados por aquellos grupos y su carne consumida como alimento.
Por ser pesados herbívoros de andar presumiblemente lento han sido presas fáciles de diferentes depredadores, incluido el hombre.