(...) Y vaya que usamos a cada rato la palabra pedo y no sólo para mencionarlo como un accidente del cuerpo, una molestia, un alivio o una vergüenza, sino para definir a quienes nada hacen (“estos gobernantes están al…”, suele escucharse en estos tiempos de disputas y peleas, de reclamos y protestas…) o para herir citando que “aquel nació al…” (porque poco y nada aporta a la sociedad) o “vive en una nube de…” (¡pobre!, distraído hasta la perdición) y –tal vez la más común en el idioma popular- “está en …” (para un pobre hombre que quedó atrapado por los efectos el alcohol, como si su estado fuera igual a una pronta evaporación y desaparición de la tierra). No hay dudas. La palabra pedo es una de las más frecuentes en nuestro vocabulario común. Tanto, que casi ya no la consideramos mala palabra (…)
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