La coreógrafa Ana Garat habló en una nota publicada por el diario “Página 12” de su nuevo espectáculo “Jujuy”, que toma como inspiración la relación entre la sampedrina Rosaura García y su compañero Emanuel Ludueña, quienes fueron sus alumnos.
El siguiente es un fragmento de la publicación firmada por Carolina Prieto:
“Esta vez, esta inquieta creadora –formada en el Taller de Danza Contemporánea del San Martín, en la Compañía Trisha Brown de Nueva York y en el Laban Centre de Londres, y que acaba de recibirse como profesora de eutonía– se inspiró en la relación de dos talentosos bailarines que conoce muy bien, Rosaura García y Emanuel Ludueña. Ambos egresaron del Taller de Danza del San Martín, fueron sus alumnos y ya se lanzaron a coreografiar con éxito. García creó el solo Pollerapantalón, inspirado en textos poéticos de la escritora uruguaya Marosa di Giorgio, y Ludueña ya cuenta con un puñado de piezas de su autoría. “Son muy amigos y tienen un modo de vincularse muy particular fuera del escenario. Comparten juegos y códigos en los que no entra nadie más que ellos. Por ejemplo, no se llaman por su nombre, él la llama Vaca y ella, Llama. Los observé con lupa y fuimos trabajando a partir de lo que me despertaba el vínculo”, cuenta la directora.En un espacio con aires antiguos, teñido de texturas musicales hechas de viola, violín, clarinete, saxo, piano y voz, los intérpretes se buscan, se encuentran y se separan para volver a encontrarse en un círculo eterno. Pero lejos de la placidez, sus movimientos son entrecortados antes que fluidos, como si los cuerpos estuvieran incómodos, como si no terminaran de ensamblarse en armonía e insistieran de mil formas posibles. Ella hasta quiere enrollar un brazo de él como si fuera una bufanda enroscada a su propio cuello. Usan máscaras, un salvavidas, sillas. Hay pinceladas de humor absurdo, mucho juego y experimentación. “Tienen algo muy parecido, algo medio andrógino, y lo aprovechamos para desarrollar las distintas zonas de la relación, que va variando según la escena. Por momentos son una pareja unida en el desencuentro, por otros son amigos o hermanos, o hasta una misma persona y uno funciona como espejo del otro. El vestuario ayuda mucho a marcar todo esto”, agrega Garat, que compartió la coreografía con Beamonte y con los intérpretes”.