Durante la tarde del pasado domingo sucedió en San Pedro un hecho de usurpación masiva de terrenos por parte de familias sin techo y sin trabajo.
Esto es algo que no podemos decir que asombre a nadie dado que no es la primera vez que sucede. Como nunca se han solucionado los problemas de raíz siguen y seguirán sucediendo.
Parece increíble pero estos pobres no aprenden más. Miren que, desde los mensajes telefónicos a los medios, un montón de señores gordas (a veces con voz de hombre) les dicen cuál es la solución. Que no deben tener muchos hijos, que se tienen que morir, que deben dejar que les pase una aplanadora por encima etc. etc. Y los pobres no solo no hacen caso sino que, encima, usurpan terrenos, algo que solo les está permitido hacer a los clase media alta de San Pedro. Ellos pueden apoderarse de grandes sectores de islas que no les pertenecen para quemar lo que hay encima y sembrar soja o criar ganado, o apropiarse de la costa, o quedarse con casas y propiedades utilizando la usura o, actuando como funcionarios públicos, armarse de todos terrenos fiscales que puedan.
Pero la cuestión es que sucedió y, como en las anteriores oportunidades parece que lo saliente vendría a ser, (o debiera ser), lo secundario.