El Instituto “Margarita O’ Farrell de Maguirre”, de Santa Lucía, es una de las instituciones educativas agropecuarias que fueron tomadas como referencia para el informe “Falta de oportunidades: El desafío de estudiar en un ámbito rural”, que publica en su edición de hoy el diario “La Nación”.
La nota habla sobre “la escasez de establecimientos, la pobreza, la necesidad de trabajar en el campo y las distancias”, que “contribuyen a que un gran porcentaje de los alumnos que concluyen la primaria en zonas aisladas no continúen sus estudios secundarios”.
A continuación, el texto dedicado al instituto santalucense en el informe:
"El campo genera cada vez menos oportunidades", afirma Pablo Recuero, vicerrector del Instituto Agrotécnico Margarita O´Farell de Maguirre de Santa Lucía, en el partido de San Pedro, provincia de Buenos Aires. Esta afirmación contrasta con el hecho de que mientras la cadena de valor que genera el sector agropecuario representa alrededor del 40% del PBI nacional, sólo un 0,2% del presupuesto educativo nacional se destina a la mejora del nivel secundario rural (ver recuadro).
Estas cifras ponen de manifiesto la laberíntica tarea que Recuero - y el resto de los maestros rurales - tiene en sus manos: darle a chicos de 13 a 18 años los conocimientos teóricos y las herramientas prácticas necesarias para poder construir un futuro mejor, sin tener que irse del pueblo.
A pesar de su esfuerzo, Recuero todavía no consigue salir airoso en esa tarea. ¿Por qué? "Porque al promoverlos a que sigan creciendo los echamos del pueblo. Los chicos que se van para recibirse de veterinarios o agrónomos no regresan porque no tienen campo de acción", agrega Recuero.
El nivel secundario del instituto - con orientación en ciencias naturales y producción agropecuaria - recibe alumnos de las localidades ubicadas en un radio de 150 kilómetros a la redonda. Por la mañana se desarrollan las actividades áulicas de secundaria, juntamente con las prácticas de carácter agrotécnico, en el predio preparado para este fin. Allí, los 103 jóvenes aprenden huerta, avicultura de pollos parrilleros y ponedoras, vivero, producción de cerdos y monte frutal, todo en pequeña escala. También desarrollan algunas tareas de agricultura extensiva y tienen convenios con productores para hacer pasantías.
Para poder alojar a los chicos de zonas más alejadas, hace dos años reabrieron su internado que permite que 10 chicos de Ramallo, San Nicolás, Rosario y San Pedro puedan vivir de lunes a viernes y seguir con sus estudios. Este es el caso de Maruel, de 18 años y oriundo de San Nicolás, que si bien se acostumbró a compartir un cuarto con todos los demás chicos, cuenta que los roces son inevitables. "En mi pueblo hay secundarias, pero no están especializadas en agronomía y yo quería eso. Estoy contento con lo que aprendo y los fines de semana vuelvo a ver a mi familia", cuenta Maruel, apasionado por la agricultura, que quiere seguir estudiando para llegar a ser ingeniero agrónomo en Zavalla, Santa Fe. "Es una de las facultades que más cerca me queda porque si no me tengo que ir hasta La Plata", explica este chico de sonrisa franca y mirada segura, que tuvo que acostumbrarse a la fuerza a vivir lejos de los suyos.
"Hay mucha deserción escolar en primaria, sobre todo en las mujeres. Eso se traduce en un altísimo grado de madres precoces, sin primaria completa. El problema es cuando el chico empieza a repetir porque termina dejando y también hay muchos otros que tienen que salir a changar o juntar fruta", cuenta Elsa Fente, directora del nivel secundario.
Según un estudio realizado por la Red Comunidades Rurales, generalmente existe una gran distancia entre las escuelas rurales de primaria y secundaria: en promedio en las cinco regiones, 26 kilómetros separan a unas de otras, llegando a un promedio de 37 kilómetros en la Patagonia y casos extremos donde los alumnos deben trasladarse más de 200.
Eugenia padece en carne propia esta realidad. Vive en Doyle, en una zona de campos, que todavía no vio nacer su primera escuela secundaria. Por eso, con sus 17 años tiene que viajar todos los días en colectivo a Santa Lucía para poder cursar 6° año. "Mi hermano más grande trabaja con mi papá en el campo y la más grande estudia Agronomía en la UBA. Yo quiero estudiar para maestra jardinera en San Pedro así me puedo quedar en el pueblo", dice Eugenia, a la vez que confiesa su poca fascinación por meter las manos en la tierra. Julieta, en cambio, es de Santa Lucía y tiene el privilegio de haber podido cursar desde jardín de infantes hasta 6° año en la misma escuela. Con 19 años y a unos meses de terminar sus estudios, todavía no tiene bien en claro para dónde va a rumbear porque no se quiere ir muy lejos. "Si en 2011 abren la carrera terciaria de Producción Agropecuaria en San Pedro la quiero hacer porque sólo tengo una hora de viaje. Y a la vez me gustaría trabajar en algo relacionado con lo agropecuario, hacer una pasantía para poder ir probando otras opciones laborales", explica, con muchas ganas de aprender, pero con pocas opciones disponibles”.