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Nota y foto
diario "La Nación" |
La mente de Julio Alsogaray fluye incansable entre oleajes y vientos de distintas intensidades. En su alma hasta podría escucharse el ruido del mar. Es un hombre que vive para el yachting, la disciplina que se le cruzó por primera vez a los 8 años, en el Club Náutico San Pedro, y que se transformó en su estilo de vida. "En todos los deportes es los que competís en soledad tenés que ser muy obsesivo. A veces estoy todo el día pensando en cómo navegar más rápido, cómo imaginar una lectura mejor de la cancha y cómo lograr que esté todo bien en el barco", cuenta Alsogaray, cuyo abuelo, Federico, era el hermano de Álvaro, el creador de la Ucedé y dos veces ministro de Economía.
Lejos de incursionar en la política, los asuntos de Julio se arreglan en el agua. Hace unos días selló su clasificación para los Juegos Olímpicos en Perth, donde obtuvo el 18° puesto entre 150 barcos de la Clase Láser. "En Australia no corrí como esperaba, pero el pasaje significó un pasito más que ya me dio tranquilidad. Ahora, a pensar solamente en Londres", se alienta.
Como en una línea de tiempo, la trayectoria de Alsogaray muestra diversos hitos: sus comienzos en Optimist, en donde se consagró campeón en el Mundial por equipos en 1994, y ya en la Clase Láser la medalla de bronce en los Panamericanos de Río 2007, el diploma olímpico tras el 7° puesto en Pekín 2008, el subcampeonato mundial en Terrigal (Australia), ese mismo año, y la medalla dorada en los recientes Panamericanos de Guadajara.
"El oro que conseguí en Puerto Vallarta me aumentó muchísimo la confianza. Mi objetivo en Londres es lograr una concentración como en los Panamericanos y la potencia física que se necesita para navegar con vientos medios a fuertes. Figuro un poquito por debajo del primer pelotón de regatistas, pero eso no implica que no pueda subirme al podio", confía este velista, de 31 años.
El Teatro de los Sueños del yachting en los Juegos Olímpicos 2012 será la Bahía de Weymouth, resguardada en la costa sur de Inglaterra, en el condado de Dorset. Alsogaray ya la visitó cuatro veces, precisamente en la época en que se disputará la prueba, entre el 29 de julio y el 11 de agosto. "En los Juegos hay que explotar. La idea es ir tres veces más antes de la competencia para sentirme como si estuviera en mi casa. Necesito navegarla y seguir corriéndola entre las olas y los cambios de los vientos. Quiero incorporarla a mi ser y seguir trabajando sobre el tema", promete.
Con la pericia de Carlos Espínola (Clase Mistral), que luego brilló junto con Santiago Lange en Tornado, el yachting albiceleste se colgó medallas olímpicas en los últimos cuatro Juegos, desde Atlanta ?96. No es casual: la base en nuestro país es muy buena, ya que existen 62 clubes náuticos, la mitad en la zona norte del Gran Buenos Aires, el 12 por ciento en la Capital Federal y el resto en el interior. Casi 50 mil embarcaciones están registradas en la Prefectura Naval -muchas de ellas pequeños veleros de las clases olímpicas- y se estiman unos 200.000 velistas que diariamente surcan las aguas en el país. En un campeonato de Optimist se anotan 500 chicos. De esos, 10 o 15 participan en la alta competencia. "Si vas al Río de la Plata un fin de semana lindo, de primavera o verano, vas a ver innumerable cantidad de barcos", explica Alsogaray.
El sampedrino navega 20 días por mes, cinco días de la semana en el agua que complementa con el entrenamiento físico. Es dueño de una empresa que vende los mismos barcos con los que compite, aquellos que en los Mundiales y los Juegos Olímpicos se entregan por sorteo a cada regatista para emparejar la prueba.
Ante todo se considera un intuitivo: "Si pensás mucho durante la regata es para hacer macana. Podés analizar el panorama previamente, pero después domina la intuición para destaparte de la flota, seguir hacia la misma dirección o virar. A veces, los pequeños cambios en la estrategia te hacen ganar o perder una regata", apunta Alsogaray, mentalizado en cuerpo y espíritu para conectar con las aguas inglesas, justo en la hora de la verdad. Londres 2012 enciende otra esperanza.