Durante una de sus salidas, el
equipo del Museo Paleontológico de San Pedro logró recuperar una serie de
restos fosilizados de tres clases de animales sobre la cresta de un pequeño
acantilado formado por los trabajos de las máquinas en una vieja cantera.
Erosionados por las lluvias
durante años, quedaron al descubierto varios fragmentos de la coraza de un
Glyptodon, placas del escudo de un Pampatherium y dos fragmentos de cáscaras de
huevos de un ave fósil de gran tamaño.
Glyptodon: un mamífero gigante
De este animal se recolectaron 9
celdas correspondientes a la gruesa coraza que lo cubría. Con un espesor de
unos 3 cm
estas piezas presentan, labradas en su superficie, una serie de figuras en
forma de “flor” características de este tipo de animales prehistóricos. Si bien
no se pudo determinar la especie exacta se sabe que el género al que
pertenecieron fue uno de los de mayor tamaño corporal.
Pampatherium: la “bestia” de las
pampas
Según lo indica su nombre
científico, proveniente del griego, esta “bestia de las pampas” fue un animal
que habitó la llanura pampeana durante miles de años hasta su desaparición,
hace unos 10.000.
Estos herbívoros de tamaño
similar al Tatú Carreta vagaron por las llanuras abiertas de Argentina, Bolivia
y Uruguay en busca de su alimentación.
Huevos fósiles: un ñandú muy
antiguo
Se piensa que las dos cáscaras
halladas, por su espesor, habrían sido puestas por un ñandú del género Rhea que
habitó nuestra zona hace miles de años, más precisamente durante la edad
Lujanense.
Están mineralizadas, aunque todavía se pueden distinguir los poros de
respiración del embrión en su superficie, y su espesor es de algo más de 1 mm.