La organización ambientalista "El Paraná No Se Toca" dio el alerta en reiteradas ocasiones sobre la destrucción de las islas del Delta.
En las imágenes que acompañan esta nota, puede verse el cierre del curso del arroyo “Los Meoncitos” (Provincia de Entre Ríos, frente a Rosario) mediante el uso de palas mecánicas y retroexcavadoras.
Situaciones similares pueden verse en forma permanente frente a San Pedro y Baradero, con un impacto ambiental aún no dimensionado en su totalidad.
La actividad es “ilegal, salvo que se demuestre lo contrario”, indican.
No es el primer caso. Tampoco hay "ningún tipo de control" por parte de las autoridades.
“Buscan convertir a las islas del Delta del Paraná en campos para ganadería y cultivos; es absurdo, y sumamente destructivo.
Esto ocurre en territorio de Entre Ríos; no hay ningún tipo de control”, aseguran los testigos, quienes además realizaron registros de video y fotografías probatorias.
El arroyo, que es el de la fotografía que ilustra esta nota, por lo que difícilmente pueda definirse como una zanja (como ocurrió en el caso del arroyo De la Cruz), se encuentra ubicado prácticamente frente a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe.
Este tipo de cierres de cursos de agua requiere el permiso del Consejo Regulador del Uso de Fuentes de Agua, y en el caso del municipio de Victoria (provincia de Entre Ríos), "al ser las islas parte de un área protegida, no están permitidos" –señalan.
No obstante, este tipo de acciones de alto impacto son llevadas a cabo por productores ganaderos con tierras vecinas a la provincia de Santa Fe y domicilio del otro lado del Paraná, en Entre Ríos, con el objeto de afirmar sus campos mediante el cierre de las lagunas interiores.
Buscan consolidar esos espacios como tierras de pastoreo, sacrificando de esta manera el humedal, la fauna y toda la diversidad de especies que viven en él.
“No es la primera vez, ni es el único caso”, indican.
La llamada “fiebre de la soja” ha desplazado al ganado de sus tradicionales espacios en tierra firme y ahora la vacas están en la islas del Paraná, incluidas las del Delta. Los incendios intencionales tienen el mismo origen –recuerdan.
En 2008 el Delta ardió durante más de ocho meses, a raíz de lo cual más de 200.000 hectáreas de bosques fluviales y pastizales fueron convertidas en cenizas.
Extraoficialmente se pudo confirmar que no hay ninguna autorización para trabajos de dragados, canalizaciones, refulados o cierres de arroyos en las islas, que transforman en forma irreversible el ecosistema impactando al mismo y a la gente. “Pero tampoco hay ningún tipo de control”, subrayan.
Fuentes: LT39 Noticias y ONG "El Paraná No Se Toca".