Un numeroso grupo de piezas óseas prehistóricas de un
megaterio, el mamífero más grande de la era cuaternaria, aparecieron en Vuelta
de Obligado.
Walter Marcelo Parra se detuvo a cambiar un neumático en una
de las callecitas de tierra de Vuelta de Obligado.
A sólo media cuadra del asfalto que ingresa al pueblo, sobre
la calle que arranca su recorrido hacia la zona del famoso “castillo de
Obligado”, observó una serie de piezas de color blanco-grisáceo que llamaron su
atención.
Al acercarse, se dio cuenta que había decenas de piezas y
fragmentos de huesos petrificados que, en algún momento indeterminado, habían
sido diseminados en el lugar al realizarse trabajos de “entoscado” sobre la
calle en cuestión.
Parra recolectó cada uno de los huesos del enorme animal
fósil para entregarlos al equipo del Museo Paleontológico de San Pedro.
Un verdadero gigante
Al ser observados y
comparados los restos por el Grupo Conservacionista de Fósiles se tuvo una
mejor apreciación del descubrimiento de Parra.
Se pudieron
identificar 71 piezas de diferentes partes del cuerpo de un Megaterio
(Megatherium americanum), un gran animal herbívoro que llegaba a medir unos 6 metros, de la cabeza a
la cola y pesar unas 5 toneladas.
Fue el mamífero
terrestre más grande del Cuaternario de la región y su nombre científico
proviene del griego (mega+therium) que significa “bestia grande”.
Su piel estaba
cubierta por abundante pelaje y sus manos terminaban en poderosas garras con
las cuales “enganchaba” el follaje que le servía de alimento. Dichas garras
funcionaban, además, como arma de defensa ante eventuales atacantes.
Algunos
investigadores señalan al megaterio como habitante de áreas abiertas o
parcialmente arboladas ubicadas en clima preferentemente templado.
Este gran animal,
que se extinguió a finales de la Edad Lujanense, era capaz de pararse sobre sus
patas traseras, ayudándose con su cola, para alcanzar los brotes más tiernos de
los árboles, llegando hasta una altura superior a los 3 m.
¿Qué se recuperó?
El conjunto de
huesos fosilizados rescatados por Parra corresponden, aproximadamente, a un 30
% del esqueleto de un Megaterio adulto. En el grupo de piezas se encuentran
partes de las extremidades posteriores (fémures fragmentados, etc.), partes de
uno de los brazos del animal (extremo del húmero, etc.), numerosas costillas
rotas, partes de la pelvis y 9 vértebras incompletas.
Los huesos de las
patas de estos animales eran muy voluminosos debido a que soportaban un gran
peso corporal. Las costillas eran gruesas y fuertes para proteger los órganos
vitales y los discos vertebrales eran grandes y sólidos formando una columna
apropiada para semejante bestia prehistórica.
A fines del siglo
XVIII un sacerdote de Luján halló y recuperó un esqueleto muy completo de un
Megaterio y solicitó ayuda al Virrey Loreto para su extracción.
Este hecho inició de
manera “oficial” la paleontología en la provincia de Bs. As. y provocó tanta
admiración que el Rey Carlos III envió una carta al Virrey solicitándole que le
“enviara un ejemplar vivo o en su defecto embalsamado”, sin saber que estos
animales habían desaparecido hacía más de 8.000 años atrás.
En honor al impacto
del hallazgo de aquel monje en la paleontología de nuestra provincia, el Museo
Paleontológico de San Pedro “Fray Manuel de Torres”, lleva su nombre.