El ingeniero Miguel Iglesias, actual
integrante del Consejo Consultor del INTA, se refirió hoy a la situación de la
fruticultura, y dio a conocer detalles de los informes que se conocen desde
mediados de los noventa sobre este tema.
Iglesias publicó
un comentario en nuestra página, en el que señala que “en un informe de mediados de la década del 90, a pedido de la
multisectorial, un grupo de técnicos privados y del INTA informaron sobre las
dificultades de los cítricos en la zona, más de la mitad de los años es de
esperar que se pierda una parte importante de la cosecha por heladas entre
otras cosas”.
Sin embargo, precisa el técnico, “el informe fue
silenciado porque los productores estaban tramitando créditos y eso no se podía
decir, porque había que dar una imagen de buenas perspectivas”.
Más allá de la
coyuntura originada por la última granizada, los problemas se venían
sucediendo, sin que hubiera ningún tipo de respuesta, pese a la información con
que se contaba.
Iglesias amplió
sus conceptos en el programa “La Mañana de APA”: “Yo tengo una visión que no es
la que apareció en los medios. Tengo visiones distintas con respecto a cada
tipo de producción. La cítrica, es lo más crítico. Uno ve montes nuevos de
duraznos pero no de cítricas”.
Consultado sobre
el informe en cuestión, el ingeniero agregó: “En el año noventa y pico pidieron
una evaluación. Nos encontramos con que, para el global de la gente, había
problemas por la helada en el durazno, y era en cítricas el problema. Pasa que es
una tarea complicada proteger. Estamos en una zona marginal para cítrica, en
donde lo único que podemos producir es la naranja de ombligo. En ese mismo
momento empezaba a ser furor la mandarina”.
Las condiciones
del mercado variaron, precisa el especialista, y no se adoptaron medidas que
pudieran mitigar el daño: “La naranja nuestra es para comer fresco. Y entendimos
que la gente, entre comer una naranja o una mandarina, come la mandarina. Hubo
un desplazamiento, que ya lo marcaba el ingeniero Angel en su momento”.
De lo expresado por Iglesias se desprende que el control de las heladas
en cítricos, con métodos como el techado con mallas o la instalación de grandes
ventiladores que distribuyan el aire caliente de los sistemas de calefacción demandan
(y requerían entonces) una gran inversión que necesita de aportes estatales o de
mayores previsiones en las épocas de bonanza.