Un documento de 1848 hallado en
San Pedro, Buenos Aires, reveló el delito económico proveniente de Inglaterra
Se trata de un documento hallado
en el archivo judicial de la ciudad que reproduce un texto publicado por el
gobierno del Brigadier Juan Manuel de Rosas en la Gaceta Mercantil de Buenos
Aires, del 7 de Octubre de 1848.
Con el típico encabezado de “Viva
la Santa Federación, mueran los Salvages (sic) Unitarios”, su contenido informa
a la población que se ha detectado en Londres una confabulación para copiar
monedas de diferentes países.
“Se había descubierto en Londres
una combinación para falsificar varias monedas estranjeras (sic), acuñadas en
metal de ningún valor. Entre otras se había haberse acuñado algunas del Río de
la Plata en forma de patacones y pesetas de á cuatro reales…”, reza el
documento en su primer párrafo.
Pero lo más llamativo es la ingeniosa forma en que los falsificadores
ingresaban las monedas ilegales a los diferentes países, incluido el nuestro:
“Para asegurar su libre esportación (sic) de Inglaterra han sido unidas en
pares de botones dobles. El anillo que las une es de metal tan blando que se
separa con la mayor facilidad y quedan las monedas falsas en estado perfecto
para entrar en circulación…”
El Gobierno de la Confederación demuestra su preocupación de la
siguiente forma: “Precavemos a todos contra esta combinación criminal y con el
objeto de que se egerza (sic) vigilancia sobre las importaciones que puedan
hacerse aquí o llevarse a cualquiera otra parte bajo pretestos (sic) astutos y
falsos…”.
El hallazgo de este curioso documento es producto de un relevamiento de
documentación histórica encarado por la Dirección de Cultura de San Pedro y el
Grupo Conservacionista de esa ciudad, con la autorización otorgada por el
Juzgado a cargo de la Dra. Stella Maris Ruiz, de la mencionada ciudad del norte
bonaerense.
Según se desprende del contexto en que fue descubierto este escrito, el
gobierno de la época, además de publicarlo en la “Gaceta Mercantil”, principal diario
de Buenos Aires, habría enviado copia a todos lo Jueces de Paz de la región,
autoridades políticas y sociales de las comunidades de entonces, para que
prevengan a sus respectivos pobladores.
Opinión del Museo de la Casa de
la Moneda de la Nación
La Prof. Nora E. Matassi, Jefa
del Área Museo, Relaciones Institucionales y Comunicación de la Casa de la
Moneda de la Nación Argentina ha brindado su valioso aporte a esta
investigación.
Según sus palabras “la Casa de
Moneda de la Nación, fue creada por la Ley 733 del año 1875 y comenzó a
funcionar en su propio edificio en 1881.
Empezó a trabajar implementando
la Ley 1130 de unificación monetaria, acuñando por primera vez después de los
intentos de 1813, una moneda nacional, de la cual se cumple este año su
bicentenario”.
Matassi agrega que “En 1882, el
Ing. Eduardo Castilla, primer Director y artífice de la creación de esta Casa,
reclama al Ministro de Hacienda, que solicite se complete a la ley de monedas
con una ley penal "que prevea todos los casos posibles de falsificación o
adulteración de la moneda y es esto
tanto más necesario cuanto que, como V.E. lo habrá observado, todo aquel que
tiene una moneda en su poder, sabiendo o no lo que ha de hacer para juzgarla,
se cree con derecho a agujerearla, doblarla, en una palabra de adulterar su
forma y condiciones primitivas porque así le parece bien…"
Por aquellos días del siglo XIX,
la Casa de la Moneda luchaba en tres frentes:
1-La falta de una ley penal
Tanto para los que falsificaban
moneda nacional como extranjera porque en cualquier caso están atentando contra
la soberanía de un Estado.
2- El desconocimiento de la gente
de las características que permitían identificar una moneda buena de una
falsificada (aun cuando muchas eran de pésima imitación)
3- La falta de práctica en el uso de la moneda metálica.
Ya con anterioridad en la
historia de nuestro país, durante las guerras de la independencia, aparecieron
varias falsificaciones ocasionadas por la escasez de numerario: fundían las
monedas de plata, mezclaban el mineral con cobre y re acuñaban.