El periodista Ramiro Barreiro, del
diario “Tiempo Argentino”, fue atacado por el patovica de un boliche de San
Pedro hace quince días.
Luego, al intentar pedir ayuda, fue
detenido, esposado y trasladado a la Comisaría en un patrullero, quedando
incomunicado. Pese a ello, no le iniciaron ninguna causa, según él mismo relata
en una nota publicada hoy por el mismo matutino porteño.
El hecho se suma a otros ocurridos en
nuestra ciudad en los últimos tiempos, vinculados a agresiones a sampedrinos y
turistas a la salida de locales de diversión nocturna.
Este es el texto completo de la nota
firmada por Gastón Rodríguez sobre el hecho, y publicada hoy por “Tiempo
Argentino”.
“Las cicatrices del abuso: cortes en el
cuero cabelludo. Lesiones en el dedo de la mano izquierda y una contusión en el
rostro, estropeando el pómulo derecho. Sangre seca, en el oído izquierdo,
secuela del golpe aturdidor que también alcanzó la sien. El cuerpo, casi todo,
doliente y amoratado, por las patadas y trompadas. A Ramiro Barreiro –32 años,
periodista de Tiempo Argentino– lo torturó la policía de San Pedro. La misma
que lo detuvo y lo encerró durante cinco horas en un calabozo arrogándose el
derecho de no darle explicaciones. Ramiro, que ya denunció penalmente a los
agentes involucrados, tiene un argumento legítimo para contarlo.
"No quiero que a ningún pibe le
pase más lo que yo sufrí", dice.
El sábado 27 de abril, Ramiro, junto a dos amigas, viajó en auto hasta San
Pedro. La madrugada del domingo los encontró a los tres transpirando en la
pista de baile de Quillash, sobre el 259 de Balcarce, esquina Belgrano. No
había pasado un par de horas cuando Ramiro se separó para ir al baño. "En
el camino –recuerda– siento a un patovica que me agarra de atrás y me traba los
brazos por detrás de la nuca. Intento soltarme y lo consigo casi al llegar a la
puerta del local. Al darme vuelta para preguntarle por qué me echaba de esa
manera, y además para avisarle que estaba acompañado, siento en el rostro un
gas que me dejó literalmente ciego durante dos horas. En esa oscuridad un
muchacho me asistió y me llevo atrás de un auto para que no siguieran
pegándome."
Ramiro intentó volver al complejo Tiro
Federal, donde estaba alojado, para esperar a sus amigas. Caminó por Balcarce,
dobló en la Avenida Bartolomé Mitre y llegó hasta la plaza San Martín. En el
lugar se abalanzó sobre una camioneta de la Policía Bonaerense, ansioso de
contar como lo habían maltratado, pero el agente que iba a de acompañante,
luego de escuchar sus reclamos, bajó la ventanilla, lo miró socarrón, y pidió a
su compañero que acelere. La impotencia convenció a Ramiro de lanzarles un
insulto.
"Llegando a la esquina de Carlos
Pellegrini y 9 de Julio, me interceptó el mismo patrullero. El policía que
conducía bajó y me tiró contra el vehículo, me golpeó en el rostro, en la
cabeza, y luego me esposó. Me subió a la camioneta y ambos agentes me
amenazaron y me insultaron. Al llegar a la comisaria el policía que ya me había
golpeado siguió haciéndolo. Mientras me llevaba esposado me arrojaba patadas en
el estómago y piñas en la cabeza. Solo dejó de atacarme cuando vi un tanque de
agua en un rincón del patio y me escondí atrás.
Ramiro gritó por sus derechos, pero los
efectivos, afirma, sólo se burlaron y lo insultaron. También les dijo que era
periodista, una credencial que les empeoró el humor.
Ramiro pasó la noche en una celda
inundada de orín, junto a otros dos detenidos. Jamás le notificaron los cargos
que enfrentaba ni le permitieron realizar una llamada telefónica.
A las 11 de la mañana, recuperó la
libertad luego de firmar una nota en donde leyó la palabra "Daño".
Ramiro se presentó en la Unidad
Funcional de Instrucción 7 del Departamento Judicial de San Nicolás para
denunciar la violencia institucional. Así se enteró que los policías no habían
abierto ninguna causa en su contra. «
Pruebas fotográficas
Poco después de ser liberado, todavía
abrumado por los golpes recibidos y las cinco horas que pasó en un calabozo,
Barreiro se sacó fotos con su teléfono celular para certificar el brutal ataque
que sufrió a manos policiales.
El
contenido de la denuncia
Con el patrocinio del abogado Rodolfo
Yanzón, Ramiro Barreiro denunció penalmente a los policías involucrados
"como coautores de detención ilegal, en las torturas que le infligieron y
en la falsedad ideológica del sumario iniciado con el único fin de ocultar la
verdad de los hechos, debiendo aplicarse las normas del concurso real (artículos
45, 55, 144 ter 1°, 162 y 293 del Código Penal de la Nación)".
Asimismo, el periodista denunció a los
"patovicas" del boliche Quillash por "la comisión del delito de
lesiones (artículo 89 del Código Penal), sin perjuicio de la responsabilidad de
los agentes policiales respecto de estos hechos, a los que, desde ya, se
solicita se los investigue por su posible connivencia con la actividad
desplegada por esos agentes de seguridad privada".