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La droga se trasladó en un cargamento de peras (Info Diario La Capital) |
Un megaoperativo antidrogas realizado en
Diciembre, y que tuvo novedades procesales en abril, se vincula indirectamente
con San Pedro, según pudo conocerse en las últimas horas.
Se trata del procedimiento conocido como
“peras blancas” que comenzó cuando se detectó en Portugal un cargamento de
1.235 kilos de cocaína escondidos dentro de tambores con pulpa de peras, que
fueron cargados en el puerto de Campana.
Uno de los procesados es un empresario
de Campana identificado como Carlos Mario Ruvolo, de 60 años y presidente de
LTDI SA, una empresa dedicada a la importación, exportación y despachos de
aduana.
Ruvolo, (como puede constatarse en las
guías telefónicas locales) tiene uno de sus domicilios en Máximo Millán 210 de
San Pedro.
El empresario se habría vinculado con
nuestra ciudad a partir de negocios inmobiliarios y automotrices.
El
operativo
Diciembre de 2012 quedó marcado en la
agenda de la Policía Judiciaria de Portugal como el mejor mes de su historia. A
mitad de mes los sabuesos lusitanos detectaron en el puerto de Lisboa un
cargamento de 1.235 kilos de cocaína de máxima pureza escondido dentro de
tambores que contenían pulpa de peras. “Este es el mayor cargamento de cocaína
que hizo la Autoridad Tributaria y Aduanera de Portugal”, indicó una fuente de
la investigación en el país europeo que valuó la carga en 56,5 millones de
euros y estableció que el contenedor con la droga había sido embarcado el 9 de
noviembre en el puerto bonaerense de Zárate.
En ese sentido, el 20 de diciembre
pasado el fiscal federal de Zárate-Campana, Orlando Bosca, inició la
investigación local para tratar de dar con los responsables del envío de la
cocaína. Así, con el devenir de los días ordenó las detenciones de cuatro
hombres, dos de los cuales recibieron la falta de mérito mientras los otros dos
siguen privados de la libertad. Uno de ellos es un rosarino de 61 años y
profesión confesa de “músico-cantante” que en el expediente judicial figura
como el administrador de la empresa textil que alquiló el galpón al que debía
llegar la carga en Mérida, la capital de Extremadura, en el sudoeste de España.
Su nombre es Carlos Alberto Mulé.
Ambos están presos desde fines de
febrero en la Unidad Penitenciaria 28, en la Capital Federal. El juez de
Zárate-Campana, Adrián González Charvay, los procesó por violar la ley 22.415
del Código Aduanero como coautores de “contrabando por ocultamiento agravado
por tratarse de sustancia estupefaciente destinada inequívocamente a su
comercialización como así también por la intervención de dos o más personas” y
ordenó que se les trabara embargo por 20 millones de pesos a cada uno. La
resolución fue apelada y está siendo analizada por la Cámara de Apelaciones de
San Martín.
Sorpresa.
El 20 de diciembre pasado el
administrador de la División Aduanas de la ciudad de Campana, Oscar Manuel
Iglesias, denunció ante la Justicia que el contenedor MWCU5722001, que había
sido embarcado el 9 de noviembre de 2012 en el puerto de Zárate, había sido
pillado por pesquisas antidrogas portugueses en el puerto de Lisboa con un
cargamento de cocaína.
Entonces el juez federal González
Charvay y el fiscal Bosca comenzaron a desentramar la historia del contenedor,
de su carga lícita de pulpa de peras, de su carga ilícita de cocaína y de las
personas que intervinieron. Así fue que a finales de febrero el juez ordenó que
se realizaran nueve allanamientos en Campana, Zárate, Lanús y Rosario. Aquí, en
un departamento de San Martín al 2800, fue detenido Mulé; y en su casa de
Campana el empresario Ruvolo.
Largo trayecto. De acuerdo a la
investigación judicial el contenedor con la carga de pulpa de peras y cocaína
fue embarcado el 9 de noviembre en el buque Miltiadis Juniors III. Ese barco
hizo escala en Montevideo, Uruguay, donde el contenedor fue bajado y estuvo en
tierra hasta que el 14 de noviembre lo subieron al buque Maerks Leticia con
destino al puerto de Algeciras, en el sur de España. Allí llegó el 30 de
noviembre y fue embarcado en el buque Freight Atlantic, rumbo al puerto de
Lisboa. El 12 de diciembre llegó finalmente a la terminal de contenedores de
Alacantar.
Siempre según la pesquisa, la pulpa
de peras había sido adquirida por la empresa de la que es presidente Ruvolo a
una firma de la localidad de Alvear, en la provincia de Mendoza. Esa carga pasó
por dos depósitos, uno de ellos ubicado a unos 2 kilómetros del puerto de
Zárate. En uno de esos lugares la carga de pulpa de peras (mercadería que debe
viajar refrigerada) fue prolijamente manipulada. Primero pasaron los ladrillos
o panes de cocaína de sus envoltorios plásticos termosellados a bolsas de
aluminio y luego quitaron de los tambores el equivalente al peso de los panes
de cocaína y colocaron las bolsas en el medio del tambor de acero laminado. Es
decir, las bolsas con la droga quedaron sostenidas por la densidad en la carga
de pulpa de fruta. Extraoficialmente se supo que iban 10 kilos por cada tambor.
Como la carga de pulpa de peras salió
de la empresa que la vendió en envases plásticos termosellados, los traficantes
debieron cerrar nuevamente los envases violados con un sistema similar al usado
en fábrica. Los narcos, además, utilizaron ácido muriático para neutralizar el
olor nauseabundo que provoca la carga de fruta al pudrirse.
Controles fallidos. Antes de ser
consolidada y embarcada, la carga fue sometida a tres controles que exponen lo
permeable de los puertos argentinos al universo de los contenedores: fue
escaneada, se le pasó un densímetro y fue olfateada por los perros
antinarcóticos de la Aduana Zárate-Campana.
Pero los traficantes habían tomado
sus precauciones. El densímetro mide la radiación, verifica si hay emisiones y
mide la densidad de la mercancía transportada. No está diseñado para detectar
droga y fuentes consultada admitieron que “si la droga está en el medio del
tambor el densímetro no la toma”. El escáner del puerto de Zárate trabaja con
rayos angulados y no está preparado para detectar la droga, ya que solo escanea
siluetas. Y los perros no olieron nada porque la carga estaba en medio de la
pulpa de peras que había recibido una dósis de ácido muriático para evitar el
olor a podrido.
En el marco de la
investigación, en un galpón de Zárate se encontraron ocho barriles similares a
los usados para mandar la carga, soldadoras, agujereadoras y otros elementos
con los que se sospecha abrían los toneles, guardaban la cocaína y la sellaban
antes de colocarla de nuevo en los tambores. La investigación aún sigue abierta
y tanto el juez González Charvay como el fiscal Orlando Bosca quieren avanzar
en el expediente para determinar si hay más personas involucradas de este lado
del mundo.