Un niño de 10 años aportó un
valioso fósil de mastodonte al Museo Paleontológico.
Federico Gustavo Epelde recibió
como obsequio de su tío una gran pieza fosilizada de unos 6 kilos de peso y
casi medio metro de longitud que él mismo había encontrado en una vieja cantera
abandonada en inmediaciones del basural.
Luego de un tiempo, este joven
apasionado por la paleontología le pidió a su familia que lo lleven al Museo
porque él quería que el fósil fuera admirado y compartido por todos los
sampedrinos.
La gran pieza fósil acercada
por Federico es parte de un húmero de un mastodonte (Stegomastodon platensis),
un género de “elefante” prehistórico que se agrupó en manadas que vagaban
pastando por la llanura pampeana durante el Pleistoceno, luego de haber
ingresado a América del Sur una vez consolidado el istmo de Panamá,
provenientes de América del Norte.
Mastodontes
Los mastodontes fueron
herbívoros de talla similar a la de los elefantes asiáticos actuales, grandes
consumidores de hierbas y follaje de ciertas plantas autóctonas y poseedores de
un esqueleto conformado por sólidos huesos que debían soportar su gran peso,
superior a las 4 toneladas.
En la región pampeana se
desarrolló la especie Stegomastodon platensis, habitando amplios espacios
verdes, clima benigno y terrenos llanos, aprovechando una gran abundancia de
alimentos. En la zona cercana a la cordillera habitó Cuvieronius, mejor
adaptado a climas más rigurosos, terrenos en mayores altitudes y una dieta
basada en vegetales de montaña.
En San Pedro, en ciertas
ocasiones, el Museo ha recuperado diferentes piezas correspondientes a estos
grandes mamíferos. La más destacada ha sido un impresionante “colmillo” o
defensa de 2,23 metros de longitud y 85 kilogramos de peso.
El loable y desinteresado
gesto de Federico Epelde de haber donado
este nuevo fósil, contribuye a seguir engrandeciendo la colección del Museo Paleontológico de San Pedro y marca un
joven ejemplo a seguir.