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Texto y foto revista "Ñ" |
Casi un prócer de la
literatura argentina. Así definió en su discurso, Ezequiel Martínez, Editor
Adjunto de Revista Ñ. Y eligió, en lugar de argumentos,contar una historia
personal, la que lo llevó a encontrarse con la literatura de Abelardo Castillo,
presente en el auditorio de la Usina del arte, para recibir el Premio Ñ a la
Trayectoria Cultural.
Era casi un adolescente
Martínez cuando se encontró en una casa de veraneo en la playa con uno de esos
libros que los ocupantes anteriores dejan olvidados. Pero a diferencia de los
"libros de aeropuerto", ajados de tantas lecturas, le llamó la
atención un pequeño libro de cuentos. "Lo devoré en dos o tres días, era
una sensación de personajes reales con un matiz fantástico y un poder de
tensión que me llevó casi sin parar hasta el último cuento", relató
Martínez. Sobre todo un cuento lo perturbó y fascinó. Era "El candelabro
de plata", del libro Las otras puertas, el primer libro que Castillo
publicó.
Abelardo Castillo, que nació
en San Pedro, provincia de Buenos Aires en 1935 dicen que es dueño de tamaña
imaginación que él mismo se inventó su nacimiento, según relató el video que
siguió y que iba a mostrar los argumentos. Y enseguida el propio Castillo,
entrevistado, iluminó: "Tengo la sensación de haber tenido tres niñeces
simultáneas, porque mis recuerdos vienen de San Pedro, de Buenos Aires y del
Colegio Don Bosco de Ramos Mejía".
Luego, Ana María Shua lo describió
como "una mezcla de Borges y Arlt", por la capacidad de Castillo de
condensar lo que otros escritores habían explorado, por separado, antes; Walter
Quiroz, protagonista de una película basada en una de sus obras, lo mentó como
un maestro amoroso, repleto de picardía e inteligencia; mientras que Liliana
Hacker recordó los años en que trabajaban en las revistas literarias (las
legendarias El Escarabajo de Oro y El Ornitorrinco), en la casa de una tía
modista de Castillo, donde la misma mesa recibía la costura, el almuerzo y la
Underwood; Silvia Iparaguirre, por último, alabó su capacidad de concentración,
sobre todo en la noche, a la que considera un lugar más que un momento.
A su turno, Castillo subió al escenario y dejó una
frase: "Cuando era muy joven, pensaba que un gran escritor escribía lo que
quería y cómo queria; después, con el paso de los años, entendía que un buen
escritor escribía lo que debía. Y siguieron pasando los años, lo que llaman
trayectoria, y ahora pienso que un escritor escribe lo que puede. Esta es mi
trayectoria, este es mi premio".