El pianista sampedrino Nelson
Goerner, uno de los artistas que representan a nuestro país en la Semana de la
Cultura Argentina del 15 Festival Internacional de Arte de Shanghai, ofreció
anoche un impresionante concierto que deslumbró al público chino con interpretaciones
de Bach, Chopin, Debussy, Liszt y Piazzolla.
El concierto, realizado en el
moderno Shanghai City Theatre, fue una experiencia casi onírica que envolvió a
un silencioso público -donde se destacaban muchos estudiantes- en distintos
universos musicales abordados por Goerner con una notable profundidad
conceptual que fue más allá de su extraordinaria capacidad técnica y madurez
expresiva.
"Es la primera vez que vengo
a este Festival y me llamó mucho la atención la expectativa que hay en relación
a esta Semana de la Cultura Argentina. Ni bien llegué sentí que había algo
importante que iba a suceder", explicó Goerner a Télam después del
concierto, todavía en un estado de notable exaltación.
Y agregó: "Creo que es de
suma importancia que se den estas cosas, deberían hacerse más seguido, esto
acerca culturas tan distintas como la nuestra y la de este país. Lo que hacemos
los artistas no conoce fronteras, hay un ámbito en el que es propio y se
desarrolla, pero tiene un carácter que le da su universalidad".
"La cultura asiática tiene
sus particularidades -sostuvo el músico- si la comparo con la argentina, por
ejemplo, me doy cuenta que nuestro público es más efusivo de entrada. Acá
sorprende mucho el respeto, como un cierto pudor de aplaudir demasiado al
principio, más allá que después el concierto vaya hacia un clímax. Es
impresionante el silencio, la discreción, el respeto".
"Eso tiene que ver con una
idiosincrasia -continuó-, con una educación, con una forma de pensar las cosas
y con una manera de manifestarse. Tiene que ver con todo eso, y se refleja ahí,
en el momento de escuchar la música".
Goerner, nacido en San Pedro y
radicado en Ginebra (Suiza), señaló que "con el correr de los años y el
estudio, muchas veces se da como una especie de fusión con el instrumento. No
pasa todas las noches, porque no somos maestros infalibles de nosotros mismos y
nunca sabemos, antes de salir al escenario, en qué estado nos vamos a
encontrar, no se puede predecir, no tiene definición".
"Hay veces que no te sentís
bien -explicó-, no estás inspirado justo antes de salir, y de repente sucede
algo en el momento en que te acercas al instrumento, algo que yo llamaría un
querer transmitir, un querer comunicar a través de la música algo que es mucho
más importante que la misma persona que lo está haciendo, es algo muy superior
a nosotros mismos".
"A veces no se da y uno
igual trata -continuó-, siempre trata de lograr esa especie de compenetración
con la música que está interpretando, porque es música que de todas maneras
tiene una elevación espiritual, un concepto y un alcance mucho mayor al que cualquier
interprete, por más grandioso que sea, le pueda llegar a dar".
Goerner, quien ha tocado a cuatro
manos con Martha Argerich, reflexionó: "La música ya existe, yo puedo
tener mi propia visión de una pieza y otro intérprete puede llegar a verla de forma
completamente distinta, pero creo que lo que cuenta es ser fiel a nosotros
mismos, no estar influenciados por circunstancias externas como querer tener
éxito o tantas cosas que pueden condicionarnos".
"No es fácil estar únicamente
compenetrado con el mensaje del que uno es trasmisor -sostuvo el músico- y es
realmente una gran responsabilidad para el interprete".
En un momento del concierto,
después de una intensa versión de "Adiós Nonino" -transcripta por el
propio Astor Piazzolla-, la directora de Asuntos Culturales de la Cancillería
Argentina, Magdalena Faillace, se acercó hasta el escenario, visiblemente
emocionada, y le entregó al músico un ramo de rosas.
"La música de Piazzolla
siempre me dijo algo importante y una velada como esta hubiera estado
incompleta sin uno de nuestros grandes músicos -sostuvo Goerner-. He visto que
la música de Alberto Ginastera está muy bien representada en el mundo, yo mismo
la he abordado, y me da mucha alegría que hoy por hoy la música de Piazzolla
haya trascendido nuestra nacionalidad".
"Estoy en permanente
contacto con la Argentina y su música - continuó-. En un punto es como si nunca
me hubiese ido. Allá tengo mi familia y una gran cantidad de afectos. Además,
soy titular de una cátedra en un conservatorio de Ginebra y hay muchos jóvenes
argentinos que quieren venir a estudiar conmigo, eso es una alegría".
Goerner apuntó: "Lo que hago
obedece a una vocación, siempre quise ser músico y nunca me imaginé mi vida
fuera de la música. Pero eso conlleva una dedicación casi absoluta, uno ha
renunciado a muchas cosas por esto. Si uno quiere hacer las cosas de la mejor
manera posible, tiene que dedicarse a fondo".
"Siento orgullo de estar
acá, porque estamos representando a la cultura de nuestro país, y eso tiene una
responsabilidad enorme, pero también la alegría de poder hacerlo, de poder
transmitir algo que te vincula, que hace que seas parte del país donde naciste
y te formaste. Eso es muy importante", concluyó el pianista.