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La casa de los abusos |
“Cada domingo, cuando recibía a su numerosa familia para el tradicional
almuerzo –después de haber ido todos a misa–, el abuelo, Félix Romeo de
Igarzabal, aprovechaba para estar a solas con cada una de sus nietas, en alguna
habitación, para abusarlas y envolverlas en un oscuro pacto de silencio”.
Así comienza la impactante nota
publicada este Domingo por Mariana Carbajal sobre el ex camarista civil condenado
por la violación sistemática de sus nietas.
El dato que involucra a San
Pedro, dentro de ese informe, es que de Igarzabal tiene propiedades en nuestra
zona, que forman parte de la segunda demanda iniciada por las víctimas:
“En los
últimos años, el abuelo pagó la terapia psicológica de las nietas que abusó.
Hasta que supo que le habían iniciado una demanda civil en la que le reclaman
una indemnización por el “daño moral” y el “daño emergente” que les provocaron
los abusos sexuales. Esa demanda generó una nueva reacción adversa de parte de
la familia, preocupada por si les afectaría la tajada de herencia que esperaban
recibir en el futuro. De Igarzabal, dicen sus nietas, es dueño de un campo de unas 300 hectáreas en la localidad bonaerense
de San Pedro y una casa en Pinamar, además de la mansión de Gaspar Campos,
entre otras propiedades”
El caso es emblemático porque
pone al descubierto el modus operandi de los delincuentes sexuales de la alta
sociedad porteña: “Esto es un secreto
entre nosotros dos hasta que me muera”, les decía cada vez que las abusaba. De
lunes a viernes, hasta hacía algunos años ocupaba uno de los despachos de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, custodiado por un crucifijo. Ultracatólico, integrante de una conocida y
acaudalada familia judicial de San Isidro, De Igarzabal fue condenado a ocho
años de prisión por aquellos hechos que se prolongaron durante siete años y
dejaron heridas todavía abiertas en las vidas y en las almas de sus nietas” señala
el informe.