Descubren el fósil de un bagre de 200.000 años de antigüedad

Un equipo del Museo Paleontológico de San Pedro realizó un nuevo hallazgo de gran relevancia en el yacimiento de “Campo Spósito”: el fósil de un bagre de 200.000 años. La pieza, parte del cráneo del pez, fue descubierta durante tareas de muestreo en el Bajo del Tala que realizaban  José Luis Aguilar (Director del Museo Paleontológico de San Pedro), la Dra. Analía Forasiepi (IANIGLA-CONICET) y el Sr. Damián Voglino (el primero en observar el fósil en el terreno),  Este nuevo descubrimiento refuerza la teoría de que la zona fue un río prehistórico, lo que abre nuevas perspectivas para comprender la fauna y el ecosistema de la región durante el Pleistoceno medio. El pequeño hueso, de apenas 2 centímetros, proporciona valiosa información sobre las características del curso de agua y las especies que lo habitaban.

Una sampedrina recibió el primer reemplazo de una válvula pulmonar por cateterismo

Brenda, con los doctores Oscar Méndiz y Germán Henestrosa
(foto e informe "La Nación)
Una nota publicada hoy en el diario “La Nación” permitió conocer la historia de la sampedrina Brenda Mazar, quien fue la protagonista del primer reemplazo de una válvula pulmonar por cateterismo.
A continuación, el texto completo del informe de Nora Bär, con fotos de Soledad Aznárez:

“Desde que tuvo uso de razón, Brenda Mazar supo que sufría de insuficiencia pulmonar (un trastorno caracterizado por el reflujo sanguíneo del pulmón al ventrículo derecho del corazón) por una cardiopatía congénita.


Intentando resolver ese problema que deterioraba seriamente su calidad de vida, a los 12 años fue sometida a una operación "a corazón abierto". Sin embargo, pasado algún tiempo, el trastorno volvió.

En 2009, le pusieron un stent (un dispositivo endovascular en forma de cánula), pero se le obstruyó y tuvo que someterse a repetidos procedimientos de dilatación en 2010 y 2011.

"Estaba cansada, no podía caminar ni hacer actividad normal", cuenta Brenda, que hoy tiene 18 años, desde su casa en San Pedro, provincia de Buenos Aires.

Cuando ya parecía que no le quedaban alternativas, los doctores Germán Henestrosa, Diego Antoni y Oscar Méndiz, de la Fundación Favaloro, obtuvieron un permiso especial de la Anmat para colocarle una válvula pulmonar biológica por cateterismo. Es la primera intervención en su tipo que se realizó en el país.

"Fue el 16 de agosto y resultó todo «rebién» -cuenta Brenda, ya recuperada-. Me tocaron unos doctores divinos, que me ayudaron mucho. No me dolió nada. Me interné un jueves para hacerme estudios, la cirugía fue el viernes a primera hora y ya el sábado volví a mi casa y empecé a caminar."

Brenda, la segunda de tres hermanos, está terminando el séptimo año de la escuela técnica San Andrés de Giles y quiere seguir Kinesiología o Comunicación. "Ahora cambió todo, puedo hacer una vida normal -dice-. Tengo que seguir controlándome, pero esto fue una bendición."

La válvula cardíaca que le implantaron a través de una punción en la vena tiene un diámetro de entre 20 y 24 mm, se fabrica a partir de tejido bovino y va montada sobre un stent gigante que actúa como soporte.

"Ingresa «colapsada» [plegada] como el stent coronario, y cuando uno infla el balón, la válvula se expande -describe Méndiz, que tuvo a su cargo la operación-. Se adhiere a la pared del vaso y el stent la sostiene; es decir que no es necesario suturar."

La válvula pulmonar comunica el ventrículo derecho del corazón, que recibió la sangre sin oxígeno que llega del organismo, y la manda al pulmón para que se oxigene. "Es decir que esta válvula sería algo así como la puerta de salida de la parte derecha del corazón", ilustra.

Según explica el especialista, cuando existen patologías obstructivas de esta válvula, los cirujanos intervencionistas intentan dilatarla con un balón (un pequeño "globo" que va en la punta del stent), pero aun así muchos pacientes necesitan operarse. Entonces se les coloca un tubo que reemplaza la válvula. "Sin embargo, con el paso del tiempo se degenera -afirma Méndiz-: pasa sangre, pero vuelve la mayor parte. Al principio, el corazón lo soporta, pero termina dilatándose y se transforma en una bolsa que no puede eyectar el fluido."

Los efectos de este cuadro son evidentes. Se congestionan las piernas, el hígado, los intestinos, se asimilan mal los medicamentos y los alimentos, se altera la función hepática, la coagulación. En síntesis, empieza a manifestarse disfunción grave en muchos órganos. "Los pacientes no tienen falta de aire, pero sí edemas, mala absorción y cansancio -subraya el médico-. Casi no pueden andar."

Aunque todavía la primera opción es la cirugía convencional ("hasta que las intervenciones mínimamente invasivas demuestren que son igual de efectivas a largo plazo", dice Méndiz), esta nueva modalidad se introdujo para tratar pacientes con patologías congénitas, que ya tuvieron múltiples intervenciones o son muy mayores.

También, para reemplazar las de pacientes que ya recibieron válvulas cadavéricas y cuya función se deteriora después de un número de años, o que ya tuvieron varias intervenciones, cirugía coronaria, enfermedades pulmonares, irradiación u otras cirugías en el tórax.

"El intervencionismo tiene que probar resultados que se están obteniendo -subraya el especialista-: en el caso de las válvulas pulmonares, son iguales que los de la cirugía tradicional con peores pacientes, pero la intervención mínimamente invasiva es un poco más costosa. Resta probar la durabilidad."

El procedimiento no duele, pero se utiliza anestesia general porque se realiza bajo guía radioscópica con sonda transesofágica y es necesario que el paciente esté quieto. Para poder trabajar dentro del corazón, se coloca un marcapasos transitorio que lo hace latir 240 veces por minuto.

"Va tan rápido que se queda quietito, y nos da unos segundos para que nosotros trabajemos como si estuviera parado -cuenta Méndiz-. Luego, apagamos el marcapasos y el corazón retoma su ritmo normal."

A pesar de que la válvula se fabrica con tejido bovino, no es necesaria medicación inmunosupresora y sólo se indican fármacos antitrombolíticos. "Esto abre un nuevo panorama -dice el médico-. Ni siquiera necesitamos suturar el lugar por donde ingresa el catéter en la vena femoral; hacemos un agujerito, tiramos del hilito y se cierra. Desde hace algún tiempo, también cambiamos por medio del cateterismo la válvula aórtica. Ahora, logramos hacer lo mismo con la pulmonar y en poco tiempo lo haremos con la mitral. Así, todas las válvulas cardíacas podrán cambiarse por técnicas mínimamente invasivas."


Según el especialista, esta nueva modalidad de intervención les ofrece la opción de tratarse a entre el 30 y el 40% de los pacientes que no se cambiaban una válvula cardíaca por padecer otros factores de riesgo”.