Condolencias de Sociedad Rural por la muerte Luciano Miguens, fundador de la Mesa de Enlace

La Sociedad Rural de San Pedro compartió sus condolencias con la familia y amigos de Luciano Miguens, ex presidente de la Sociedad Rural Argentina.  El dirigente agropecuario y criador de caballos criollos marplatense tenía 85 años. 

Entrevista a Fernanda García Curten en la Revista “Debate” sobre su novela “La reemplazante”

Bajo el título “La extranjera”, la revista “Debate” publicó en su  última edición una nota con la sampedrina Fernanda García Curten, en relación a su novela “La reemplazante”.

“Fernanda García Curten debutó como novelista con La reemplazante, donde pinta un México como escenario vivo con pistas autobiográficas, una pluma extrañada y con trazo de mujer" comienza Sebastián Basualdo, para agregar luego que "la novela dialoga con obras como Bajo el volcán de Malcolm Lowry y El extranjero de Camus, es decir, se inserta en una tradición literaria bien definida".


"La lectura de Bajo el volcán fue anterior, no sólo a la escritura de la novela, sino a la mera idea de que México, como escenario vivo o simbólico, fuera a estar en algún texto propio. Con el paso del tiempo y mi paso por el México real, aquella primera Bajo el volcán se volvió relectura. La genial concepción de Lowry, México como metáfora del mundo, como paraíso infernal, me dejó una marca profunda que recién se manifestó con los años, cuando de alguna manera me sentí identificada con esa idea. Salvando todas las distancias, el personaje de la reemplazante estaría en las antípodas del cónsul, no sólo por ser mujer -lo que proyecta una mirada particular desde lo femenino-; al otro lado del volcán de Lowry, Nadia experimenta una especie de  antidelirium tremens. Porque su síndrome de abstinencia o su “delirio” se funda, contrariamente al del cónsul, en su sobriedad extrema, en su borrachera de control. Un personaje la describe como “perdidamente sobria”. En cuanto a El extranjero, otro libro que amo, en ese entonces no lo asocié con mi historia. Lo insólito es que antes de encontrar por completo al personaje sentí que mi novela se podría haber llamado La extranjera. Otra influencia crucial e imprevista fue la lectura de La serpiente emplumada. Yo entonces trabajaba en una librería y el libro cayó en mis manos. Me encontré deslumbrada por ese triángulo inquietante de personajes, sobre todo por la construcción que logra D.H. Lawrence del personaje de Kate, a quien reconozco como inspiración para Nadia. Asumí que nunca podría escribir La serpiente emplumada y entonces me salió La reemplazante.

Tu producción es esencialmente cuentística. ¿Cómo fue el salto a la novela?
Una cosa era escribir cuentos y a lo sumo potenciales buenos pasajes de novela, y la otra hacer que el nuevo texto funcione como un todo que se justifique a sí mismo, y que además sea una visión del mundo. Creo que lo más difícil era convivir con aquello, algo un poco monstruoso, torpe e incompleto, pero vivo. Con un sentimiento de absoluto que iba creciendo con el tiempo, ya sin retorno, no estar segura de si eso podría alcanzar una vida legítima.
Mi maestro Abelardo Castillo nos alertaba: la escritura de una novela podría volverse una coartada, el autoengaño de que se está trabajando en algo

Más allá de las diferencias formales, ¿qué posibilidades ofrece la novela que no encontrás en el cuento?
Con los cuentos me resulta más natural captar la idea de “totalidad”. Por extenso o complejo que sea, uno lo puede ir encauzando. Y el cuento no es habitable. Uno lee un cuento casi aguantando la respiración hasta el final y lo escribe como eso que hay que sacarse de encima. Para cierto tipo de escritor, el horizonte novelístico puede resultar muy atractivo ya que se puede habitar una novela, y quedarse a vivir allí. Esto es lo peligroso. Recuerdo siempre el sabio consejo que me daba mi maestro Abelardo Castillo, que la idea de estar escribiendo una novela no se volviera una especie de coartada, el autoengaño de que se está trabajando en algo, un virtual refugio. La novela da una falsa idea de libertad total, las paralelas se cortan en el infinito y en los mejores sueños todo podrá cerrar y encontrar el sentido. Pero las posibilidades que se abren son navajas de múltiples filos. De un cuento que falla, que no logra ser ese “temblor de agua dentro de un cristal” como decía Cortázar, puede hacerse el duelo; en cambio, si falla un proyecto de novela que se ha vuelto para su autor la absoluta e ineludible Tierra de Nunca Jamás, el resultado podría ser fatal.

La novela plantea una cuestión interesante en relación a la mirada de la mujer consigo misma y a través de los hombres. En el caso de La reemplazante,la mujer está representada por una bailarina. ¿Podría ésta representar a lo que socialmente se espera de la mujer en general?
Nunca me pregunté si funcionaría como arquetipo de la mujer, ni siquiera recuerdo habérmelo planteado. La elección del personaje tuvo que ver con mi experiencia personal: soy mujer y conocí la profesión de la danza desde adentro. La cuestión para mí era cómo hacer para no elegirlo. Un protagonista para quien su propio cuerpo es central, un instrumento que trabaja aparte de uno mismo y a la vez es uno mismo, y el único nexo que se tiene con el mundo. Posteriormente fui encontrando justificaciones muy interesantes, lo real es que no pude ni quise escribir sobre otra cosa. El cuerpo como forma de libertad y como obstáculo, como alma expuesta y como defensa. Y acá siento que hablo de la mujer en sí. En la tradición bíblica la mujer parece introducirse como una suerte de prestación: nuevas comodidades para el hombre en el Edén, o será preciso decir “incomodidades”. La mujer es lo distinto; ella no es la habitante original del Paraíso. Es un poco la extranjera, quien debe comportarse, demostrar, maquillarse, imponerse, sobreponerse, contenerse, confundida quizá entre lo que se espera de ella y quién es en realidad, teniendo que dosificar lo que se muestra y lo que se oculta en un complejo equilibrio. En esta novela, al parecer, los hombres son los habitantes originales, los dueños de la realidad, aunque bien podría decirse que son los otros, sin género, es decir, todos los que no son la reemplazante. Ella es la extraña que no termina de habitar la realidad. Doblemente extranjera cuando lo es, además, en su rol.

Nadia viaja a Puebla para reemplazar a una bailarina que parece encarnar la perfección, pero también podría pensarse como un ideal que no todos alcanzan.
Y precisamente ese ideal no aparece en carne y hueso. La perfección no puede corporizarse nunca porque lo que hay -lo real- es justamente lo imperfecto, lo incompleto. De hecho, Ingrid Münch no es un personaje constituido. Al menos en esta novela, es apenas una imagen, un nombre deliberadamente impronunciable que se manifiesta sólo a través de la conciencia de Nadia, es decir, podríamos pensar que hasta es una construcción de Nadia.

¿Qué pensás sobre la necesidad temprana de descubrir una vocación artística y ajustar tu vida a ella?
Cuanto antes se pueda poner en ella la energía necesaria para desarrollarla, mejor. Si a lo largo de la vida uno sigue sintiendo esa misma vocación, grandioso. Pero esto es relativo. ¿Es más importante enamorarse tempranamente, o ser padre antes o después en la vida, importa eso en verdad? Es cierto que hay disciplinas tan exigentes con el físico, como es el caso de la danza o del deporte -donde no sólo hay que ser ejecutante sino forjar el instrumento-, que pareciera que primero hay que empezar a formarse y después preguntarse: ¿realmente es esta mi vocación? También puede pasar que esa clara vocación temprana no siga siendo tan clara con el paso de los años. En mi caso, sólo puedo responder que sobrellevo haber descubierto mis vocaciones, tempranas o tardías, a tiempo.

Señas particulares

Nacida en San Pedro en 1968, Fernanda García Curten es una de las autoras más singulares de la actual narrativa argentina. Publicó libros de cuentos como La noche desde afuera y Cuentos condenados, que han recogido premios tanto nacionales como internacionales, pero el gran salto lo dio a partir de la publicación de esta primera novela. La reemplazante, recientemente publicada por el sello Bajo la luna, narra el viaje que realiza una bailarina de ballet a Puebla, México, para representar Sylphide, junto a la Compañía Estatal. Leída en clave, la novela plantea una compleja mirada sobre el universo femenino en una sociedad donde la ideología machista opera como único modo de leer lo real”.