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Informaciòn y fotos Fernando Chiodini - Radio Continental |
El Parlamento Mundial Para La Seguridad y la Paz –
Delegación Mercosur, entregó el “Premio a la Excelencia” a la enfermera María
Eugenia Álvarez, como representante de todos los enfermeros y enfermeras en su
día.
El reconocimiento recayó en quien fuera enfermera de Eva
Perón. María Eugenia Álvarez es nativa de Gobernador Castro, y tiene familiares
en nuestra zona.
La actividad tuvo lugar el lunes a la tarde, en Plaza de
Mayo.
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Foto Fernando Chiodini |
La enfermera que atendió a Evita durante la enfermedad que
terminó con su vida en 1952, recordó hace dos años, por Radio Continental a la
"abanderada de los humildes".
"Era una señora exquisita, absolutamente accesible, muy
dulce y adaptada a las circunstancias", aseguró en Antes Que Mañana
Álvarez, que tenía 20 años cuando atendió por primera vez a Eva Perón, durante
una operación de apendicitis a la que la primera dama argentina se sometió en
1950.
María Eugenia, que acompañó a Evita hasta su muerte, comenzó
a formarse a los 15 años, llegó a ser directora del internado de enfermeras de
la Fundación Eva Perón e integró equipos de apoyo humanitario enviados a varios
países vecinos. Fue precisamente en uno de estos viajes donde conoció a Evita. "Ella
fue a agradecer el trabajo de las enfermeras, yo era una de ellas, así que me
dio la mano y me lo agradeció profundamente", relató.
Cuando supo que Evita la había elegido para trabajar con
ella, "me quería morir, era una gran responsabilidad", recuerda
Álvarez, que acompañó a la 'abanderada de los humildes' tanto en su
convalecencia en el hospital como en la residencia que compartió con Juan
Domingo Perón en Buenos Aires.
De la etapa final de la enfermedad, rescata la fortaleza de
Evita para mantener su actividad y las visitas de miembros de la Fundación Eva
Perón con quienes planeaba la construcción de obras sociales. "Aunque era
una mujer enferma se reunía con los ingenieros para pensar las obras de la
Fundación", explica la enfermera, que evoca Juan Domingo Perón como un
hombre "muy familiar y agradecido".
De las últimas horas de Evita, Álvarez destaca la
"claridad total" con la que hablaba pese a la medicación que le
suministraban para paliar los intensos dolores que le provocaba la enfermedad y
que le hacían caer en "una especie de sopor".
"El día 25 (de julio de 1952) estuvo dormida
profundamente, y yo ya pensé que estábamos entrando en el final de
agonía", agrega Álvarez, que atendía a Evita junto a los hermanos de la
primera dama, que dormían en una estancia contigua.
Esa noche, Eva Perón tuvo un último momento de lucidez del
que fue testigo de excepción su enfermera, que la ayudó a levantarse de la cama
y llegar al baño. "Se lavó las manos y mirándose al espejo dijo: 'Ya queda
poco' y yo le dije: 'Si señora, falta poquito para ir a la cama'. Ella me
contestó: 'No María Eugenia, a mí me falta poco'. Yo temblaba", describió.
María Eugenia sostiene que escuchó las últimas palabras de
Evita antes de entrar en un coma que terminó con su muerte a las 20.25 horas
del 26 de julio. Tras escucharla por última vez, la enfermera recogió las
últimas lágrimas de Evita en un pañuelo.
Aunque relató su experiencia en un libro y su historia
sirvió para versiones televisivas sobre la vida de Evita, Álvarez no ve con
buenos ojos algunas recreaciones sobre la primera dama, como el musical de
Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, aunque celebra el interés que todavía despierta
su figura. "Ha cambiado todo muchísimo, porque ahora se ocupan mucho más
de la figura de Eva Perón, que trasciende sobre todo por cómo fue como
persona", apunta.
Sesenta años después de la muerte de Evita, María Eugenia no
pudo olvidar la imagen del entonces poderoso general Perón despidiendo a
su esposa: "Perón lloró como no había visto llorar a ningún hombre en mi
vida", concluye.