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Info y foto diario "Actualidad" de Pilar |
Una nota publicada por el
diario “Actualidad” de Pilar permite conocer la historia de Julia Molares
Uriarte, quien decidió radicarse con su pareja, un sampedrino, en la zona de
islas frente a San Pedro.
A continuación, la historia de
lo que ellos llaman su “aventura”, plasmada en el medio pilarense bajo el título
“Isleños quieren ser”:
“ Las fotos de su aventura,
colgadas en alguna red social, invitan a la imaginación y hacen sentir un
poquito de envidia. En cada imagen queda plasmada la calma infinita que
provocan el río y su contemplación, y todas parecen tener un común denominador,
o varios: las nociones de libertad, de naturaleza y de aventura. Debajo del
título del álbum "Isleños quieren ser", una leyenda: "Ellos van
en busca de la tranquilidad. Del canto de los pájaros. Del ruido a agüita que
corre o no. A ver crecer sus plantas y sus vegetales. A decorar los paisajes
del Paraná".
Julia lleva cuatro meses
viviendo con Julián, su pareja, en la casa que construyeron en el delta de San
Pedro. El atractivo de la aventura que emprendieron es incuestionable, mucho
más para todos los que vivimos en la llanura, tan lejos de todas esas historias
de isleños.
En esta nota, algunas de sus
anécdotas sobre un modo de vida sustentable y sobre cómo pertenecer a la naturaleza
en lugar de conquistarla.
.- Julia, ¿Cómo surgió la idea
de mudarte a una isla?
La idea surgió a través de
Julián, mi novio sampedrino, que nunca antes había tenido interés por las islas
hasta hace tres años. Allá por el 2011, filmando un cortometraje en Vuelta De
Obligado, y después de haber vivido una semana con Miguel, un pescador de la
zona, le nacieron las ganas de hacerse un rancho en la isla. Me transmitió esta
idea en el acto y decidí una vez más comenzar otra aventura.
.- ¿Dónde está ubicada?
San Pedro es una ciudad que
está ubicada a 180 kilómetros de Capital Federal, a orillas del Rio Paraná; en
esa instancia el río comienza a formar su Delta, y nuestra isla queda a 10
minutos en lancha de la costa.
.- ¿Por qué allí y no en otro
lugar?
Cuando comenzó nuestra
búsqueda de un terreno en la isla, nos enteramos de la historia de un amigo que
había heredado un pedazo de isla de su abuelo y que desinteresadamente nos lo
prestó para que hagamos la casa.
.- ¿A qué se dedican?
Yo soy diseñadora gráfica y
trabajo por cuenta propia; y a la vez doy clases de Plástica en escuelas de San
Pedro, y Julián accede a una renta mensual.
.- Ustedes construyeron su
propia casa, ¿cómo lo lograron y cuánto tiempo les tomó?
Si contamos el tiempo de
recolección de materiales que juntamos de la calle mientras vivimos en Capital
Federal, nos llevó más de un año.
La casa la construimos con la
ayuda de familiares, amigos y con el ingenio de un isleño, Beto, al que
contratamos para la construcción del muelle y luego de la casa, que sólo llevó
dos meses y medio.
.- ¿Cuentan con servicios de
luz, gas, agua corriente, etcétera?
No. No contamos con ningún
servicio. Al proyectar la casa tuvimos que tener en cuenta cómo nos íbamos a
proveer de calefacción, agua, luz, etcétera.
Para eso, investigamos en
sistemas renovables ecológicos, como por ejemplo la fabricación de un baño seco
para no contaminar el río; la utilización de energía solar para la luz de la
casa y la alimentación a batería; la
inversión en un grupo electrógeno a nafta para el funcionamiento de las
herramientas que usamos para la construcción y para la carga de la computadora
o el celular; la bomba que nos lleva el agua desde el río hacia un tanque para
lavar o regar, y fundamental para pasar la época fría, y la construcción de una
estufa con barro y ladrillos refractarios, más la instalación de una
salamandra.
.- ¿Cómo se organizan con el
agua y los alimentos?
En este momento, dependemos de
ir a San Pedro para la compra de alimentos y para traer el agua potable en
bidones; pero ya están creciendo todas las verduras de estación en la huerta
que producimos. Además, tenemos pensado, más adelante, comprar algunas
gallinas.
Ésta es zona de pescadores,
que de vez en cuando nos regalan alguna boguita o algún armado. Nosotros aún no
hemos incursionado en la pesca como método de subsistencia, pero a veces
tiramos alguna cañita al agua.
.- ¿Cómo manejan los residuos?
Tenemos una composta en dónde
tiramos todo lo que es desecho orgánico, que se convertirá en tierra fértil
para nuestra huerta. El plástico y el vidrio lo juntamos aparte y lo tenemos en
un lugar específico.
.- Julia, ¿qué es lo más lindo
de vivir en una isla?
Me cuesta un poco contestar tu
pregunta porque hace sólo cuatro meses que estamos acá, pero tiene que ver con
despertarnos a la mañana con la salida del sol sobre el río y ver pájaros que
jamás en mi vida había visto. Al vivir sin televisión ni internet nos dimos
cuenta que dejamos de consumir muchas de las cosas que los medios te venden.
Nunca antes había tenido
semejante contacto con la naturaleza, y estando acá descubrí muchas cosas: a
prestarle atención a los pájaros, a las cosas que contiene el río, y a los
árboles? y te puedo decir que eso es increíble.
.- ¿Tienen vecinos?
Vivimos en una zona en dónde
hay varios ranchitos, pero sus dueños vienen sólo los fines de semana, con
excepción del de Antonio, un puestero que cuida las vacas y caballos de esta
isla, y el de Quintana, un pescador de la zona.
Dentro de todo lo que es el
Delta, parte de Buenos Aires y parte de Entre Ríos, son pocas las familias que
viven en la isla, y cada vez son menos. Esto se debe a que vivir en la isla
significa cazar o pescar para alimentarse, no tener acceso a un hospital
cercano ni contar con todos los servicios.
Por lo general, en la zona
donde hay varias familias instaladas hay una o dos viviendas que funcionan como
pequeñas despensas y que proveen de ciertos productos a los vecinos.
Una cosa que noté y que llamó
mi atención sobre los isleños es que el que no es tío o primo, es hermano o
sobrino.
.- Imagino que debe haber
historias de vida muy interesantes?
La historia que tengo más
presente es la de Beto, un pescador y nutriero nacido en la isla. Beto es un
isleño que sabe tocar la guitarra sólo de ver los dedos rasgar contra las
cuerdas, que te dice el pronóstico del tiempo con sólo observar la luna o el
viento, que ha tenido que cazar carpincho para vender el cuero y llevar el pan
a la mesa de su familia, y que ha vivido siempre a suerte o verdad, dependiendo
de lo que pueda pescar o cazar. Él y su familia vinieron a construir nuestro
rancho durante el verano y terminaron quedándose, ya que consiguió trabajo de
casero en un rancho vecino. Tenemos muy buena relación porque aprendimos mucho
de ellos, desde cómo se cura el dolor de panza con alguna hierba isleña, hasta
cómo cocinar el verdadero pescado frito.
.- ¿Te costó adaptarte?
Por lo general no me cuesta la
adaptación, pero éste ha sido un cambio bastante brusco con respecto a lo que
era vivir en ciudades grandes, estar ?conectado? todo el tiempo, usar el
transporte público, ir al mismo lugar a trabajar, entre otras cosas que me
pasaban antes. Ahora no llevo registro de la hora, salvo que tenga que hacer
algo determinado.
Con respecto a si hay algo que
me cueste, sí, fue encontrarme con todos los insectos y animales del lugar: pulgas,
mosquitos como nunca antes había visto, estar atenta a las víboras, a las rayas
o a las palometas en el río, y ni hablar de las hormigas que salen por todos
lados.
.- ¿Cómo es un día típico?
La casa está llena de ventanas
por eso apenas aclara nos levantamos, nos tomamos unos mates mientras
preparamos unos chapatis (especie de tortilla de harina, salvado de trigo, agua
y aceite) y organizamos lo que vamos a hacer ese día para terminar la casa,
como por ejemplo ir a buscar arena a un arenal natural que hay en esta isla
para terminar de revocar el baño que es la única parte de cemento de la casa,
reforzar con alambre la huerta para que no entren las vacas ni los chanchos, ir
a San Pedro a buscar agua o a hacer alguna compra, poner la canaleta y así acopiar
agua de lluvia, etcétera. Al mediodía pensamos en qué vamos a preparar para
comer, a la tarde salimos a buscar leña, la trozamos. Cuando se va la luz del
día nos metemos adentro, prendemos la salamandra, cenamos y a veces miramos
alguna película o escuchamos la radio hasta dormirnos.
.- ¿Cómo recibieron familiares
y amigos la noticia de que se mudaban a la isla?
Todos se sorprendieron, pero
siempre nos apoyaron. Creo que sin el apoyo de familiares y de amigos esto no
hubiera podido ser realizado.
El abril pasado hicimos una
fiesta de inauguración y nos sentimos felices de recibir a nuestros amigos y
familia que vinieron hasta acá a festejar con nosotros.
.- ¿Qué le recomendarías a
quien quiera seguir tus pasos?
El consejo es: metele pata a lo que quieras
emprender, siempre hay obstáculos en el medio pero eso es lo divertido. Hacele
caso a los lugareños que ellos siempre tienen la posta”.