Los rastros encontrados en el baúl del auto de la familia de Nicolás Castillo eran de sangre humana.
La confirmación llegó tras la pericia realizada con luminol en el Ford Falcon color gris.
Ahora resta determinar si la sangre corresponde al joven de 21 años brutalmente asesinado, cuyo cuerpo fue hallado en un bañado cercano al Río Arrecifes.
Para ello, la Justicia ordenará un cotejo de ADN.
El dato (que se suma al charco de sangre encontrada en la casa y a las manchas hemáticas en ropa y en un zapato) fortalece una de las principales hipótesis que se manejaron desde el primer momento.
Vale recordar que obran en poder de la Justicia muestras de sangre de distintos integrantes de la familia.
De todos modos, prima la cautela entre los investigadores.