En esta ocasión, robó una moto, fue identificado en otro rodado (también robado), amenazó a una mujer con un cuchillo y sustrajo una bicicleta antes de ser atrapado.
Otra vez, quedó en libertad de inmediato, sin que la Justicia disponga ninguna medida de protección para él ni para la sociedad.
Robos de motos
Aproximadamente a las 15.30, la policía recibió un llamado desde Balcarce y Belgrano.
Al llegar, una mujer informó que el sujeto en cuestión, al que identifica con apellido y apodo, le robó una moto Gillera Smash de 110 cc roja que estaba estacionada en un comercio.
Luego de un amplio operativo de cerrojo montado en la ciudad, finalmente encuentran al denunciado en Manuel Iglesias y Alvarado, a bordo de otra moto, que no era la buscada.
Al advertir la presencia policial, abandona el rodado y huye corriendo. Este vehículo tenia pedido de secuestro por un hurto perpetrado el miércoles, el mismo día en que fue detenido y liberado por última vez.
Amenazas armadas
En momentos en que continuaba la persecución, la línea de emergencias 101 recibe un nuevo llamado en el que alertan que el delincuente estaba oculto en una casa sita en San Lorenzo al 800, en donde amenazaba a una mujer con un arma blanca para que guardara silencio.
En la continuidad de su accionar delictivo, una vez que escapó de esa casa por la zona de barrancas, escaló e ingresó a una vivienda de Tucumán al 900.
Del patio, se llevó una bicicleta con la que continuó escapando de la policía.
Finalmente, lo alcanzaron en Tucumán y Las Provincias.
En ese lugar fue aprehendido, y en su poder secuestraron el arma blanca y la bicicleta, ambas reconocidas por las víctimas.
El imputado fue alojado en la Comisaría local, en donde recuperó la libertad inmediatamente, por resolución de la UFI 7, a raíz de su cuadro psiquiátrico.
Peligrosa libertad
Desde su adolescencia, este joven ingresó decenas de veces a la Comisaría local por robos de motos, fue atrapado y golpeado por víctimas, participó de un asalto que terminó en un tiroteo en el que murió uno de sus cómplices y, cumplida la mayoría de edad, sigue delinquiendo.
Las sucesivas decisiones de la Justicia desentendiéndose de su situación y poniéndolo nuevamente en la calle, lejos de ayudarlo, lo transforman en un peligro cada vez mayor para la sociedad y para él mismo.
Vale preguntarse si los organismos del Estado esperan que mate o muera para encontrar una solución.