Directivos y equipos de conducción de todas las escuelas secundarias de San Pedro emitieron un comunicado solidarizándose con el profesor Alan Ocampo.
En la nota, expresan su desacuerdo con la violencia generada “tanto a nivel de los adolescentes como de los adultos”.
Este es el texto completo:
“En relación a la agresión sufrida por nuestro compañero el
Director de la EES N° 8, los Directores de las Escuelas Secundarias de San
Pedro nos solidarizamos con él y lamentamos profundamente lo ocurrido, estamos
en total desacuerdo con la violencia generada tanto a nivel de los adolescentes
como a nivel de los adultos; a la vez
que nos sentimos obligados a sentar nuestra posición ante hechos que nos
interpelan y nos comprometen a actuar en cada una de la Instituciones a nuestro
cargo.
Abordar el tema de la
convivencia en las escuelas significa
atravesar diferentes concepciones y discursos vigentes y, fundamentalmente,
estar dispuestos a debatir y reflexionar acerca de la vivencia cotidiana de los actores en la escuela.
Estamos en el Tercer Milenio, y la humanidad lejos de haber
logrado el equilibrio ansiado, está afectada por severas crisis que se agravan
día a día.
Nuestro país, no está ajeno a estos avatares, prueba de ello
es la creciente violencia que a diario acontece en todos los sectores de la
sociedad en su conjunto y en nuestras escuelas, como organización social que
son. Así, los servicios educativos son
la caja de resonancia de esta situación y resisten la influencia de estos
factores externos, que afectan su quehacer primordial, incidiendo en las
interrelaciones de los actores institucionales. Nos referiremos a hechos que
forman parte de la cotidianidad escolar
y que son consecuencia de la violencia y anomia social.
Las situaciones de violencia que se producen por fuera,
ingresan a las escuelas sin pedir permiso, conviviendo con aquellas situaciones
de conflicto que se generan y son parte de la propia vida escolar. Tanto la
violencia que no fabrica la escuela
como la generada dentro de la escuela,
debe ser atendida debidamente para
prevenir que ocurra, ya que la violencia
implica una herida desde el punto de vista social que es necesario reparar.
Es común en la sociedad en general y en los medios de
comunicación en particular, que las
situaciones de violencia preocupen y alarmen más cuando suceden en las escuelas
que cuando ocurren en otros escenarios, ya que la escuela es percibida como un
espacio de encuentro, contención y cuidado de los niños, adolescentes y
jóvenes.
Espacio éste, que no está exento de conflictos, por lo que
nuestra responsabilidad está centrada en
enseñar y aprender a resolverlos
de modo pacífico. El conflicto es inevitable, ya que es inherente a la
condición humana; de lo que se trata es de actuar para que éste no derive en
situaciones que tengamos que lamentar.
La escuela debe ser el lugar de la palabra y de la relación
dialógica; cuando ésta se pierde se genera violencia. Debemos comprender el
fenómeno y reconstruir y reconstituir la palabra. Una escuela en la que todos
los actores toman la palabra tiene mejores condiciones para no producir
situaciones de violencia física, material y simbólica. Y cuando decimos todos
los actores nos referimos a docentes, alumnos y padres; porque no es posible
contribuir a la formación si Escuela y Familia están disociadas.
Los directores de escuelas secundarias estamos plenamente
convencidos de que los desencuentros entre Escuela y Familia contribuyen a que
la violencia se agrave, se naturalice, se transforme en un modo nocivo de
comunicación que a ninguno, y en especial a los alumnos-hijos, favorece. Es por
esto que es necesario que la escuela y la familia estén y actúen juntos en pos
del bien de lo más preciado para ambos: los niños, adolescentes y jóvenes.
Si los adultos, todos, no asumimos la responsabilidad de
mostrar un mundo mejor a nuestros jóvenes, sólo nos quedará lamentar lo que
ocurra.
Firmado: Equipos de Conducción de EES 1, 3, 4, 5, 6, 7, 8,
9, 10, 11,12,13,14, 15,16,17,18, EEM 2, EESA 1, EET 1.”