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Abelardo en su casa del Club Los Andes (febrero de 2013) |
Esta mañana falleció en la ciudad de Buenos Aires Abelardo Castillo , dramaturgo, escritor y maestro de escritores.
En San Pedro vivió toda su adolescencia junto con su padre homónimo, entrenador de boxeadores.
Recientemente publicó, en 2014, por iniciativa de su esposa, Sylvia Iparraguirre, la primera parte de sus “Diarios”,
sobre los que habló con “Noticias San Pedro” y “El Imparcial”.
Allí, el autor de Crónica de un iniciado, cuenta su intimidad como aspirante a escritor, su compromiso político, sus problemas con el alcohol, la amistad con Ernesto Sabato y los encuentros que tuvo con Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, máximas figuras de la literatura argentina cuando él empezó a publicar. Sus primeros y poderosos cuentos fueron editados en 1961, con el título de Las otras puertas. De ese año es también la obra teatral El otro Judas. A partir de 1969, Castillo y Sylvia Iparraguirre formaron una de las parejas más queridas y respetadas del ambiente literario argentino.
Fundó y dirigió dos revistas literarias míticas en el país,
El escarabajo de oro, de los años sesenta, y El ornitorrinco, que se difundió
durante los años de la dictadura militar. En la primera, que codirigió con
Liliana Heker, publicaron sus textos autores hasta entonces inéditos: Alejandra
Pizarnik, Humberto Constantini, Miguel Briante y Jorge Asís, entre otros. El
ornitorrinco, que codirigió con Heker e Iparraguirre, fue uno de los pocos
medios que en 1981 reprodujo la solicitada de las Madres de Plaza de Mayo que
reclamaba por los desaparecidos. En Castillo, el primer compromiso era con la
materialidad del trabajo literario, pero eso no implicaba el olvido del
compromiso político.
Dramaturgo y narrador, dejó obras impares como Israfel,
Cuentos crueles, Las panteras y el templo, El que tiene sed, Las maquinarias de
la noche, Ser escritor, El oficio de mentir, El evangelio según Van Hutten y El
espejo que tiembla. Las palabras y los días, de 1988, es uno de sus libros más
personales.El año pasado Alaguara había dado a conocer una antología, Del mundo
que conocimos, que preparó con ayuda de sus alumnos del taller.
Su obra fue traducida a varios idiomas y ejerció gran
influencia en narradores más jóvenes, como Guillermo Martínez, Juan Forn y
Gonzalo Garcés, que participaron en los célebres talleres literarios del
escritor. Castillo recibió el Primer Premio Municipal por El que tiene sed y el
Segundo Premio Nacional por Crónica de un iniciado. Por el conjunto de su obra,
obtuvo el Premio Nacional Esteban Echeverría. El espejo que tiembla, de 2005,
ganó el premio José María Arguedas en 2007. En 2014, recibió el premio Konex de
Brillante por su trayectoria.
Con información propia y del diario La Nación