El dirigente de Unión por la Libertad, Diego Lafalce, se refirió esta mañana, en el programa “Filosas” a la discusión pública por la nota enviada a la escuela adonde concurren sus hijos, en relación al tratamiento en el ámbito educativo de la desaparición de Santiago Maldonado.
La polémica quedó instalada a partir de la publicación realizada esta semana por el preceptor Pablo Banegas, cuestionando la petición de Lafalce.
El referente en San Pedro de la Ministra de Seguridad Patricia Bulrich (en el centro de las críticas por el accionar de Gendarmería en el episodio) indicó que “en realidad, hay una tergiversación por parte de alguien que tiene una intencionalidad. Pedí específicamente que no se le hable a mis hijos de este tema y que si eso sucede yo los pueda retirar, no que se trate en la escuela”.
Puntualmente, explicó que “la nota fue al establecimiento al
que asisten mis hijos, y se filtró, intencionalmente o no, y es una opinión que
tengo, en cuanto a lo personal, pero no en lo colectivo”.
Acerca del tratamiento del tema, precisó: “Somos los que más
queremos que aparezcan con vida, y que aparezca. En este punto estamos permanentemente
informados y en casa cada uno da su opinión, sin dar una opinión radicalizada, como
pasó en otras provincias, en donde pasó a mayores. No hay una intencionalidad
contra ningún docente”.
A continuación, el texto publicado por el docente Pablo
Banegas:
"Mi nombre es Pablo Banegas, soy docente y pregunto: ¿Dónde está Santiago Maldonado?
Hace veintiocho años soy preceptor, no falto, no tomo
licencias, soy uno de los primeros en llegar y de los últimos en irse, trato de
hacer mi trabajo con responsabilidad y ética y estoy bien conceptuado por
compañeros y directivos. Esto lo digo porque parece que para hablar, antes, uno
debe cumplir con ciertos requisitos, que a mi ver, y la hora de ponerlos en una
balanza y pesarlos resultan ser el
liviano maquillaje social con el que uno se presenta y ostenta el carnet de
buen ciudadano. Al menos lo que cierto sector social considera buen ciudadano,
un concepto más bien relacionado con las formas y no con el fondo. Aclaro que a
este tinte de buen patriota lo he empañado con una cierta conciencia de clase,
jamás falté a una huelga, ni con los gobiernos con los que he simpatizado, ni
con este, porque actuar con coherencia, al menos en mi sistema de valores, SI
da autoridad para hablar.
Mi nombre es Pablo Banegas, soy docente y pregunto: ¿Dónde
está Santiago Maldonado? La edad me ha trasformado, estoy pisando los
cincuenta, pero ha permanecido en mí, por suerte, simpatía por aquellos que
quieren cambiar el mundo; los que son sensibles al dolor y ponen su cuerpo como
testimonio, los que hacen de su vida un fin y no un medio. Me rebela el
hostigamiento de la policía local a jóvenes y pobres y más de una vez he
intervenido en favor de ellos en plena calle. Posiblemente alguno de esos
jóvenes haya sido el que me asaltó la otra mañana cuando iba a mi trabajo, pero
este incidente traumático, con mínimas consecuencias materiales, no ejercieron
violencia, no hizo otra cosa que fortalecer mis convicciones… No niego la
realidad, me disgustó lo que me pasó, pero lo ocurrido confirma que la
violencia ejercida por el Estado hacia los jóvenes y los pobres, generalmente
de la mano de jóvenes y pobres, concibe más violencia, más pobreza,
resentimiento e injusticias…
Mi nombre es Pablo Banegas, soy docente y pregunto: ¿Dónde
está Santiago Maldonado? Esta semana se ha producido un debate sobre si el caso
de Santiago Maldonado debía tratarse en las aulas. Hasta ahí todo bien, yo no
me he manifestado en mi lugar de trabajo, no he hablado sobre el tema con los
alumnos y sabiendo que mi opinión dista de una especie de consenso general, que
el tema “Maldonado” es político y la política no debe entrar en la escuela
(sería bueno que tuviéramos los mismos escrúpulos con colegas que manifiestan
expresiones racistas, xenófobas y un profundo desprecio de clase hacia sus
propios alumnos) reservé mi opinión para otros ámbitos.
Esta mañana llegó a mi lugar de trabajo el padre de un
alumno con un texto para las autoridades de la escuela, texto que no leí,
preservándome de que la lectura del mismo pudiera producir algún intercambio
inadecuado… Y que no limitándose al texto, manifestó que un hijo suyo que
concurre a la Escuela 6, se vio expuesto a una actividad o comentario sobre el
caso “Maldonado”, y de esta forma prever, “curarnos en salud” (esto es mío),
que en la escuela dónde trabajo cosa parecida “no ocurra”.
Ahora pregunto ¿desde cuándo y con qué derecho alguien se
presenta a una escuela y determina qué pensar o hablar, ya sea Maldonado o
cualquier tema? ¿Desde cuándo alguien, prejuzgando, determina por medio de un
criterio higiénico, lo que personas adultas, formadas y responsables pueden pensar
o hacer y si eso es bueno o malo? ¿O con qué criterio se adelanta a lo que aún
no se pensó? Es inaudito que en democracia, alguien, ostentando tanta
ignorancia, soberbia y autoritarismo, establezca pautas morales, casi como un
comisario político. Porque además esta persona no es sólo un padre preocupado,
milita en el partido gobernante, regentea un local que inauguró la ministra
Bulrrich después de un viaje en helicóptero a San Pedro y es empleado
municipal… ¿Y esto cómo se llama…? Desde la antigua Grecia le dicen política;
es decir, ¿alguna política si y otra no?
Mi nombre es Pablo Banegas, soy docente y pregunto, ¿Dónde
está Santiago Maldonado?"