Un documento digitalizado y analizado por el Grupo Conservacionista de San Pedro en el Archivo General de la Nación, da cuenta de una “invasión de indios ladrones” (sic) al campamento que el Gral.
Lucio Mansilla tenía montado en la Vuelta de Obligado, previo a la batalla del 20 de noviembre de 1845.
La carta, firmada de puño y letra por el Comandante en Jefe del Departamento del Norte, está dirigida al Primer Edecán de Rosas, Don Manuel Corvalán, donde le informa la persecución realizada por efectivos al mando del Sargento Mayor Julián Berdún, el día 29 de octubre de 1845.
Ese día, de acuerdo
a lo que se desprende del documento, un número no especificado de nativos,
irrumpió en las inmediaciones del campamento con el objetivo de robar cabezas
de ganado que las tropas de Mansilla acopiaban para su alimentación.
Explicando que el
parte enviado por Berdún le llegó con demora por cuestiones del mal clima
reinante por esos días (“tiempo borrascoso que hemos sufrido por cuatro días”),
Mansilla le informa a Corvalán sobre el desempeño de los federales al mando de
Berdún, destacando el resultado “favorable de su persecución a los indios
ladrones en la invasión que hicieron el 29 de octubre último”.
En el mismo párrafo
continúa diciendo que la persecución se dio “en una distancia inmensa y
quitándoles las haciendas que llevaban, con escarmiento de los indios que
pudieron alcanzarse en la precipitada fuga a la vista de nuestros valientes
federales”.
Desde el Grupo Conservacionista de San Pedro explican que
“basándonos en los diferentes partes de guerra analizados, no quedan dudas que
la relación del ejército de Mansilla en Obligado con los grupos aborígenes
establecidos en esta zona de la provincia durante la guerra del Paraná tuvo
distintas aristas. Con ciertas fracciones, a las que en otros documentos el
mismo Mansilla las describe como “indios amigos”, esa relación era buena y se
aprovechaban los beneficios mutuos. Los federales obtenían información del
convoy de naves enemigas que navegaba las aguas del Paraná por aquellos días y,
a cambio, los nativos recibían vacas y caballos para su sostén. Pero con otros
grupos, como lo confirma esta carta donde los menciona como “indios ladrones”,
el vínculo no existía y los roces que se generaban llegaban, como en este caso,
a escaramuzas de diferentes niveles de agresividad que terminaban con el uso de
la fuerza de un bando o del otro.
Por otro lado, en lo que respecta a este ataque en
particular, entendemos que para que el malón que irrumpió en las inmediaciones
del campamento militar para robar ganado efectuara un acto tan temeroso, el
pueblo del que provenía debió haber padecido una extrema necesidad de alimento
como para desafiar el poder militar concentrado en esa zona sin importar las
consecuencias posteriores. De hecho, la carta habla de escarmiento o castigo
para los aborígenes alcanzados en la persecución.
Este documento, no sólo nos revela la fecha precisa de un
ataque a las tropas de Mansilla apostadas en Obligado, sino que nos aporta un
dato concreto de la ambigua relación entre los federales y las tribus de la
zona, además de exponer, indirectamente, las necesidades de alimento de ciertos
grupos aborígenes que poblaban el norte bonaerense por aquellos años.”