Restos fosilizados de un cóndor gigante que sobrevoló la llanura pampeana en épocas prehistóricas fueron hallados a unos 12 kilómetros de la ciudad de San Pedro.
El descubrimiento fue realizado por el Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, en el establecimiento “La Paloma”, un campo propiedad de la firma cerealera “Ramón Rosa S.A.”
Un grupo conformado por José Luis Aguilar, Julio Simonini, Javier Saucedo, Matías Swistun, Bruno Zarlenga y Bruno Rolfo (que fue quien visualizó los primeros restos) dio con la gran ave en un corte de terreno producido por la erosión de las lluvias.
La capa sedimentaria de la que proviene este cóndor fósil se depositó en la zona durante la edad Lujanense, en el Pleistoceno superior, en un lapso comprendido entre los 10.000 y los 140.000 años.
Primer registro de esta enorme ave prehistórica
El equipo del museo logró recuperar parte del cúbito y del radio del ala derecha del animal. Estos huesos poseen características particulares que permitieron su identificación y su posterior comparación con ejemplares de cóndores adultos actuales. De estas comparaciones, se desprende que este cóndor prehistórico superaba notablemente en tamaño al cóndor actual ya que el diámetro del cúbito es marcadamente superior.
El cóndor andino que hoy sobrevuela la cordillera es un ave que llega a la adultez reproductiva a los 6 años, aproximadamente; vive unos 70 años y posee una envergadura de alas que, en promedio, ronda los 3 metros.
Según los cálculos basados en los fósiles del cóndor hallado en San Pedro, éste habría medido unos 3,60 metros de envergadura, con un peso que rondaría los 18 a 20 kilogramos.
Para el Dr. Federico Agnolin, del Laboratorio de Anatomía Comparada del Museo Argentino de Ciencias Naturales, “se trata de una especie nueva de cóndor extinto. No es el mismo cóndor que habita hoy en día, es una especie desconocida. Si bien son escasos los restos preservados y no se podrá profundizar en la especie, es un hallazgo excepcional ya que quedará como el primer registro de un ave gigante desconocida que sobrevoló la provincia de Buenos Aires a finales del Pleistoceno”.
Un pájaro gigante, su dieta y su ambiente
Desde la Dirección del Museo de San Pedro, José Luis Aguilar, uno de los descubridores, comenta que “junto a los restos del cóndor gigante, se halló el maxilar superior de un pequeño pecarí y parte de la pelvis de una tortuga. Creemos que estos dos animales fueron parte de la dieta del gran pájaro y esperamos confirmarlo cuando se terminen de analizar los restos bajo el microscopio. Vemos que la superficie de los restos del pecarí y la tortuga difiere en aspecto con la de los huesos del cóndor, por lo que creemos que ha sido erosionada por los jugos gástricos del ave. De confirmarse, sería la primera vez que se encuentra evidencia directa de las presas que servían de alimento a estos grandes carroñeros prehistóricos. Por la ubicación en la que se hallaron vemos como hipótesis más lógica que los restos del pecarí y la tortuga fueron parte del contenido estomacal del animal”.
En la identificación de los restos de los dos animales hallados asociados al cóndor, colaboraron el Dr. Nicolás Chimento (MACN) y el Dr. Germán Gasparini (Museo de La Plata).
Para Gasparini, “Si bien en el caso de los pecaríes, éstos habitan una gran variedad de ambientes, desde selvas y bosques hasta sabanas y desiertos, los estudios futuros que se puedan realizar sobre los restos, acotando la especie a la que pertenecieron, podrían ayudar a comprender el ambiente en el que se desenvolvía este cóndor gigante; es decir que, en este caso, podríamos conocerlo mejor a través de las preferencias climáticas de sus presas”.
Un cóndor gigante en el Museo
La Municipalidad de San Pedro, en un gesto de reconocimiento a la tarea del Museo Paleontológico con este descubrimiento, ha obsequiado a la institución, una recreación a escala real del cóndor gigante. La obra fue realizada por el paleoartista Miguel Lugo, de la ciudad de Ramallo y ya se encuentra colgada en la muestra permanente que ofrece el museo a sus visitantes.
La escultura, realizada a escala real, está trabajada pluma por pluma, moldeada en hierro poliuretano de alta densidad y terminada con aerógrafo para lograr los diferentes tonos. “Es realmente impactante ver la recreación de este animal ´volando´ en el techo de la sala. Ahí tomamos conciencia de lo asombroso que hubiera sido poder ver a estas aves enormes desplazándose por los cielos de la región”, comenta Ramón Salazar, Secretario de Coordinación del Municipio.