El descubrimiento de una asociación de fauna fósil cuya antigüedad se estima superior a los 200.000 años, fue realizado por el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, a unos 10 kilómetros al Este de la ciudad.
El sitio del hallazgo, conocido como Campo Spósito, tiene la particularidad de haber sido el fondo de un río durante la prehistoria de la zona. Allí, lograron preservarse los abundantes materiales descubiertos recientemente por el grupo del Museo.
Los restos fósiles hallados pertenecieron a diferentes mamíferos que vivieron y murieron en ese antiguo ecosistema. Los más numerosos son los restos de toxodontes (Toxodon platensis), grandes herbívoros de aspecto similar al de un hipopótamo actual. Estos animales, de una masa corporal que superaba los 1.000 kilogramos, poseían una estructura física compacta, con huesos grandes y poderosos para soportar un volumen muscular importante.
Otros restos recuperados corresponden a lestodontes (Lestodon armatus), perezosos terrestres gigantes cuya longitud se estima en unos 4 metros de largo y un peso que superaba las 2 toneladas. Los lestodontes poseían grandes caninos que salían a ambos lados de su boca que les servían como armas de defensa. Garras de estos animales recuperadas en el sitio superan los 20 cm de longitud.
Entre el cúmulo de restos fósiles se hallaron, además, piezas de morenelaphus (Morenelaphus sp.), ciervos de tamaño mediano a grande cuya presencia está documentada por la aparición de cornamentas, partes de algunas extremidades, ramas mandibulares y dos cráneos; uno de ellos, muy bien preservado.
Se recuperaron, además, restos fósiles de dos especies de caballos: Equus (que es el caballo que conocemos en nuestros días) e Hippidion (un caballo algo más bajo, de aspecto similar a una cebra actual). Los restos extraídos corresponden a varios ejemplares.
De acuerdo a las consideraciones vertidas desde el Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, “todo este material fue hallado acumulado en un sector muy reducido que estamos investigando en estas semanas. Este descubrimiento, junto a otros que venimos efectuando en la zona, nos permiten armar una imagen bastante aproximada acerca de cómo fueron cambiando los hábitats y las asociaciones de fauna durante el Pleistoceno medio a tardío, conociendo directamente a los animales que habitaron la región, sus preferencias ambientales y sus características físicas.
Entre los restos descubiertos hay un gran fémur en excelente estado de conservación que nos permitirá conocer la masa de ese ejemplar y su velocidad de desplazamiento. Con respecto a los caballos fósiles, consideramos que están entre los ejemplares más antiguos del país ya que se recuperaron de una edad geológica en la que prácticamente se desconocía su presencia.
Resulta muy interesante ver la convivencia de especies tan diferentes entre sí, en un ambiente de verdes praderas surcado por un río prehistórico”.