Un grupo de albañiles que realizaban tareas en una propiedad de la familia Reynes, desenterró objetos que fueron utilizados a fines de 1800 y comienzos de 1900.
Mientras Marcelino Fernández y Joaquín Mendoza cavaban cimientos en un lote ubicado sobre calle 9 de Julio, en pleno casco histórico de la ciudad, observaron varios objetos que llamaron su atención. Lozas ornamentadas, hierros, vidrios antiguos y hasta un pequeño juguete de porcelana aparecieron ante sus ojos.
De inmediato, Pablo Reynes, propietario del lugar, puso el conjunto de elementos a disposición del Grupo Conservacionista de Fósiles para lograr recabar la mayor información posible de ese descubrimiento.
En este sentido, Matías Swistun y José Luis Aguilar, acudieron al Arq. Daniel Schávelzon, Director del Centro de Arqueología Urbana de la UBA, como pionero en nuestro país de este tipo de investigaciones en ámbitos urbanos.
De acuerdo a la opinión de Schávelzon, “es un conjunto de elementos muy interesante. Seguramente provenientes de un antiguo pozo de basura de vida doméstica, posiblemente utilizado entre los años 1880 y 1900. Son objetos que reflejan los usos y costumbres de la vida de la época. Entre los objetos más interesantes se observa lo que parece ser una lámpara de alcohol o similar en vidrio azul. Otro de los objetos curiosos es un botellón de gres cerámico de origen norteamericano, habitualmente fabricados para whisky, aguardiente o algún tipo de bebida blanca. Estos botellones son muy raros de encontrar en arqueología urbana. En este conjunto se conservó, además, una pequeña muñequita de porcelana. Por lo general eran de origen francés, típicas de fines de siglo XIX. Venían con vestimenta variada y su pequeño tamaño es porque se usaban en las casas de muñecas, donde también había juegos de té, sillas y demás accesorios en miniatura”.
El resto del conjunto se complementa con una manija de balde de aljibe, partes de un jarrón blanco de porcelana ornamentado en azul, una tapa en porcelana con círculos concéntricos en diferentes colores, un antiguo mate de latón, fragmentos de ollas de fundición, una manija de una pava de gran tamaño y demás elementos.
Desde el Grupo Conservacionista destacan la preocupación de la familia Reynes por rescatar este conjunto de elementos históricos que nos muestran parte de la vida cotidiana de un hogar de clase media alta de fines del siglo XIX, principios del XX; como así también el cuidado de los albañiles por preservar estos objetos. Esto permite tener una imagen concreta, a través de los objetos, de un grupo familiar que habitó el casco histórico de San Pedro en una época con usos y costumbres muy diferentes a los de la actualidad.
El conjunto pasará a formar parte de la colección de la Sala de Documentación Histórica que está preparando el Museo Paleontológico.