(Comunicación INTA San Pedro) Después de 38 años de servicio, Antonio Norberto Angel se acoge al bien merecido beneficio de su jubilación. Los salones del INTA extrañarán su capacidad de análisis y reflexión al alzar su voz, expresando su opinión minuciosa en la vida institucional.
También lo hará el sector productivo y profesional aguardando que atraviese la tranquera para conversar y proyectar actividades de su mano. Convincente y crítico de muchas situaciones, más allá del valioso aporte que realizó a la gestión, no hay dudas que 38 años abriendo tranqueras lo convierten en un extensionista con honores, no sólo por ejercer su profesión con compromiso sino también por disfrutar al máximo esas pequeñas experiencias cotidianas en contacto con el productor, y transmitiendo esa pasión por el trabajo a muchos que tuvieron el placer de conocerlo.
“Reconozco la importancia de las nuevas tecnologías, pero el contacto y conocimiento personal genera una confianza y compromiso que para mí no se reemplaza con nada. Fui formado en otra escuela, en otra Universidad, en una institución diferente”, precisa Norberto, poniendo en valor los vínculos que ha sabido cosechar a lo largo de su carrera en el INTA.
Nacido en el barrio de Boedo en la ciudad de Buenos Aires, es el menor de dos hermanos de una familia pequeña. Se considera una persona común, con cualidades y defectos, y también un entusiasta de todos los deportes, aunque sólo practicó fútbol en el club del barrio. De su infancia y adolescencia atesora hermosos recuerdos donde aún refugia la amistad. Pasando a la vida estudiantil, es probable que en la decisión de estudiar agronomía haya influido la figura paterna como Ingeniero Agrónomo, aunque ciertamente la ilusión de sus padres era que estudiara una carrera universitaria, sin distinguir alguna en particular. De su época de estudiante universitario en la década del 70 recuerda que cursaba de noche en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, ingresando por la larga avenida de las casuarinas. “Mucho control, un comedor tapizado de afiches, algunas clases interrumpidas, docentes destacados y los exámenes finales”, rememora Angel, teniendo en cuenta que durante el día trabajaba en la fabricación y reparación de cortinas enrollables.
Los inicios en el INTA
Su vínculo con el INTA es anterior a su propia incorporación, a partir del fuerte lazo de su padre con la institución, iniciando su trabajo como profesional en Formosa en una Agronomía Regional: “Por aquel entonces, INTA era un organismo de referencia para el sector agropecuario… Siempre me llamó mucho la atención su organización, la participación de representantes del sector público - privado en el Consejo Directivo Nacional, el fuerte compromiso con la institución, las anécdotas compartidas por mi padre en defensa del organismo”…
En 1981 Angel se recibe de Ingeniero Agrónomo y después de algunos años de trabajo en la actividad privada, en mayo de 1983, ingresa al INTA como becario de iniciación en lo que por aquel entonces era el Departamento de Patología Vegetal (actualmente IMyZA) del Centro de Investigaciones de INTA Castelar. “Viajaba casi 2 horas desde mi casa en colectivo y tren, hasta la estación de Castelar, donde tomaba el micro de la Institución, y aprovechaba el viaje para leer”, recuerda Norberto trayendo a su mente algunas figuras que lo marcaron en aquella época: el Ingeniero Horacio Rizzo, Ingeniero Santoro, Doctor Arquímedes Bolondi, Doctora Irma Crouzel y Eduardo Botto.
Dos años más tarde se instalaba en San Pedro como Extensionista Asesor Técnico en Fruticultura y Vivero. Sus primeros pasos en San Pedro fueron en la Agencia de Extensión Rural, junto a los Ingenieros Antonio Berardi, Zelick Fuchs, Blanca Basaldúa, Liliana Llul y Onofre Antonio Solla, por quienes siente un inmenso agradecimiento por su compañerismo y acompañamiento. “El Ingeniero Antonio Berardi, por entonces jefe de la Agencia de Extensión Rural, era uno de los pioneros del trabajo de INTA en la zona. Fue quien me contactó e invitó a sumarme al trabajo en extensión en fruticultura. Onofre fue mi gran compinche, con quien conocí San Pedro y su gente. Por él me abrieron muchas tranqueras", destaca Norberto quien a través de los años se convirtió en el especialista en Extensión Agropecuaria y Fruticultura, rol que desempeña hasta los últimos días de su vida profesional.