El jefe del denominado Clan Loza, una estructura criminal dedicada al lavado de activos con ganancias provenientes de la comercialización y el contrabando de drogas desde Argentina hacia España entre 2008 y 2018, fue condenado hoy a 10 años de prisión y a pagar una multa de 378 millones de pesos.
Se trata de Erwin Raúl Loza, a quien el Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) 3 lo acusó ser el jefe de una "asociación ilícita", mientras que William Oscar Weston Millones recibió la pena de 8 años de cárcel como organizador de la banda.
La organización se vinculó a San Pedro a partir de un campo en la Ruta 1001, luego expropiado por la Justicia, y en donde ahora se proyecta el Polo de Desarrollo Agroindustrial.
El clan fue desbaratado en un megaoperativo de fuerzas federales en Argentina y España el 12 de Diciembre de 2018. La histórica investigación tuvo su capítulo sampedrino con el allanamiento realizado en un campo ubicado en el acceso a la ciudad por Ruta 1001.
El establecimiento, conocido como "Stud Rubí", habría sido una de las tantas pantallas que la organización delictiva tenía para el lavado de activos producidos por la venta en Europa de droga procedente de Bolivia y Perú.
Quien hasta unos meses antes figuraba como dueño del campo, era el propio Erwin Losa, detenido por efectivos de Gendarmería Nacional junto a sus dos sobrinos, Alan y Gonzalo.
En San Pedro, esa fuerza realizó un exhaustivo procedimiento en el que logró secuestrar documentación sobre los múltiples cambios de propietario del lugar. Además, encontraron objetos de alto valor económico, algunos particularmente llamativos como una silla de hidromasajes que cuesta alrededor de 100 mil pesos.
El establecimiento, en su momento utilizado para la cría de caballos de carrera, estaba arrendado a productores locales para la siembra de soja.
En los 54 allanamientos fueron secuestrados 45 vehículos, entre ellos dos Ferrari (una que había pertenecido a Diego Maradona), un Pontiac y un Chevrolet Camaro y dinero en efectivo.
Un arrepentido, que aportó un testimonio clave en la causa, contó que parte de la cocaína traficada a Europa viajaba dentro de autos de rally que llegaban al país por barco para una competencia off-road en el sur del país. Los autos eran acondicionados en la "chacra" de San Pedro vinculada a Erwin, donde se les cargaba la droga para el viaje de vuelta en neumáticos. Así, los autos llegaban a Bélgica para seguir camino a Italia.