En coincidencia con la Semana Mundial del ASMA, desde la Asociación Círculo Médico de San Pedro compartieron el material elaborado por la Asociación Argentina de Enfermedades Respiratorias y un mensaje de neumonólogo Dr. Maximiliano Romanziuk, integrante de ambas asociaciones.
El asma en una de las enfermedades crónicas más prevalentes en el mundo. La OMS estima que, en todo el mundo, de acuerdo con el Global AsthmaReport2022 el asma afecta a aproximadamente un 9% de niños, 11% de adolescentes y 6,6% de adultos. En ediciones previas el reporte informó la existencia de al menos 330 millones de casos en el mundo, estimando que para2025 esta cifra se vería incrementada en 100 millones en todas las edades y para todas las etnias.
En Argentina aproximadamente 4 millones de personas sufren de asma. Se registran 15.000 internaciones debidas a crisis asmáticas (exacerbaciones); y a pesar de contar con tratamientos adecuados todavía mueren por asma 400 personas al año. Se calcula que aproximadamente la mitad de los que padecen la enfermedad no lo saben, esto significa que existe lo que llamamos sub diagnóstico.
La tasa de asma aumenta a medida que las comunidades adoptan estilos de vida occidentales y se urbanizan. Pero los efectos económicos y humanitarios de esta enfermedad son probablemente mayores en los países en vías de desarrollo, que aportan el 80% de la mortalidad mundial por esta causa y en los que la prevalencia está aumentando rápidamente en los últimos años
El asma es una enfermedad cuya base fisiopatológica es la inflamación crónica de los bronquios, lo cual produce estrechez de los mismos. Esto se manifiesta en el paciente como dificultad falta de aire, dolor u opresión en el pecho, tos persistente o silbidos al respirar. Estos síntomas generan una limitación en las actividades diarias, desde la práctica deportiva hasta actividades tan cotidianas como caminar o bañarse.
La principal consecuencia de esto es un mayor ausentismo escolar y laboral que implica una pérdida en la productividad, una mala calidad de vida y un alto costo sanitario por consultas frecuentes a guardias y hospitalizaciones. Cabe destacar que es una enfermedad sumamente variable, tanto a nivel poblacional (distintos pacientes pueden presentar distintas características dentro de los síntomas mencionados) como individual (un mismo paciente puede variar la forma en la que el asma se manifiesta a lo largo del tiempo).
De la misma manera, también existen condiciones asociadas que pueden empeorar los síntomas, o ser factores que dificulten el manejo del asma aún con un tratamiento adecuado (sinusitis crónica, rinitis crónica, reflujo gastroesofágico, obesidad, medicamentos concomitantes, tabaquismo, etc.)
Al tener síntomas tan variables con periodos de tiempo asintomáticos, los pacientes por falta de educación médica suelen abandonar los tratamientos. Aún los pacientes con asma leve sufren de crisis de asma (hasta 4 de cada 10 pacientes) y pueden fallecer como consecuencia de la misma a pesar de tener un diagnóstico de asma leve.
Esto ocurre con más frecuencia cuando los pacientes están incorrectamente tratados, no tratados o no controlados por su patología. Como es una enfermedad inflamatoria, el mejor tratamiento son los antiinflamatorios de las vía aérea. En muchos casos los pacientes no reciben la prescripción correcta o abandonan el tratamiento. La falta de acceso a los medicamentos es otro factor implicado.
Tener el asma bajo control significa no presentar síntomas, no tener limitación para las actividades físicas habituales y no necesitar medicación aliviadora rápida o de rescate. El adecuado control evita o disminuye la aparición de crisis, la cual se manifiesta por un aumento importante de los síntomas (tos, falta de aire, dolor u opresión en el pecho o silbidos al respirar) en un período corto de tiempo (días u horas, según las características y severidad de la crisis) y que en muchos casos requiere la consulta a un servicio de urgencias.
El tratamiento de estas exacerbaciones requieren el uso de corticoides sistémicos (vía oral o inyectable), contribuyendo al aumento de las dosis acumuladas de dicha droga, la cual puede provocar efectos adversos importantes u otras enfermedades asociadas. Cabe destacar que ante la presencia de una crisis asmática toda la evidencia disponible deja en claro que la relación riesgo/beneficio favorece el uso de corticoides sistémicos, a pesar de sus efectos adversos.
Frente a la falta de Programas de Asma y Políticas de Salud para dar respuesta a este gran problema, se está trabajando desde diferentes Sociedades Científicas ( AAMR – AAAeIC – SAM) ,ONG GANOA y Asociación Argentina de Pacientes con Asma, para conformar un grupo Asesor con el fin de proponer la Ley Nacional de Asma que permita la capacitación, educación, prevención, y fundamentalmente acceso al tratamiento, para que los pacientes puedan llevar una vida digna y de calidad.